dilluns, 5 d’abril del 2010

Asia 2010 : Camboya (3)

Un día en CROAP

A las 6 de la mañana Sophie, un muchacho de 19 años que trabaja en CROAP ya está barriendo el recinto y recogiendo hojas. “Esto antes era un bosque y fue necesario trabajar muchísimo para conseguir que fuera lo que es hoy” dice Hernán, orgulloso de lo que han conseguido en este rincón de Camboya. Ya ha amanecido del todo y me es difícil no levantarme. Los jóvenes que estudian en el centro se levantan a las 6.30, aunque a veces ya los veo antes ayudando a Sophie en sus tareas de limpieza. Desayunan, y a las 8 empiezan las clases, capacitación agraria, veterinaria, informática e inglés.



Hernán también se levanta temprano. Consulta el correo, se pone al día de lo que pasa en el mundo y si se tercia, se pone a barrer con Sophie. Le gusta participar en todas las tareas comunitarias. De hecho es quien dirige y supervisa todos los trabajos, la instalación de la antena parabólica para poder acceder a Internet, la construcción de nuevas casas, que el mismo diseña, la instalación de energia solar, el mantenimiento de la piscina, que construyeron y mantienen entre todos, o la limpieza de las fosas asépticas de los diferentes edificios que conforman el proyecto. También se encarga de ir a comprar el material que se necesita, la comida y, sobretodo, el hielo. Como no hay nevera, es la única manera de mantener un poco fresca el agua.

A eso de las 8, Hernán, Chomran, la cocinera, una mujer separada que ha encontrado aquí otro hogar, Tao un joven de 27 años que ayuda en las tareas de la casa, Sophie y yo desayunamos juntos. Es el momento en que planeamos como va a ir el día. La clase de inglés que doy a los alumnos de 11 a 12 es la última de la mañana. A las 12.30 almuerzan y se van a descansar un par de horas. De 3 a 5 han de trabajar: cuidar los animales, vacas, cerdos, ovejas, gallinas, patos y gansos, atender el huerto y la producción de setas, un negocio que puede serles muy útil en el futuro. Los muchachos también colaboran en las tareas de mantenimiento del centro y hasta en la construcción de nuevos edificios.

Finalizada la tarea es el momento para divertirse un rato, jugar a fútbol, conectarse a Internet, tumbarse bajo un árbol y charlar, juguetear con los perros, o con un monito que nació aquí y que se hace con todo el mundo. Pero si hay algo que les divierte muchísimo es pescar en el arroyo que cruza por el recinto de CROAP. Está casi seco, pero en las pequeñas piscinas en las que se ha mantenido agua, han quedado atrapados un montón de peces. El pescado que comemos aquí es bien fresco y sabroso. Además, Chomram convierte cada comida en un placer. Con un poco de cebolla, pimiento y unos trozos de piña prepara unos platos absolutamente deliciosos. De postre tenemos plátanos y mangos, que crecen por doquier, y otras frutas tropicales que se compran en el mercado local de Pursat.



Estos días en CROAP han coincidido con la Semana Santa, lo cual ha supuesto una misa detrás de otra. Las celebraciones se hacen en una pequeña parroquia de madera que se encuentra en la ciudad. Cada tarde nos desplazábamos hasta allí con los tres o cuatro muchachos del centro que son católicos. La misa del sábado fue la más especial. Sarat, un joven huérfano de 24 años que colabora con CROAP, se bautizaba, junto con otros 5 jóvenes. Por eso muchos compañeros no quisieron perderse la fiesta.





Los jóvenes cenan a las 7 de la tarde, y de 8 a 9 tienen su clase de informática. El resto cenamos a las 8. Y a las 9, cuando se apaga el generador, todo queda a oscuras. El cielo se llena de estrellas. No se oye más que el canto de los grillos y el de alguna rana. La paz del lugar invita a acostarse. En cambio, a las 6 de la mañana empieza la sinfonía. Parece que todos los animales del bosque compiten para ver quien canta mejor y más alto. El gallo, las gallinas y los gansos también...

Lunes 5 de abril 

Son las 7 de la mañana. Desde la ventana de mi habitación veo como las cuatro ovejas del centro cruzan el arroyo por el puente de madera que tengo en frente. Por culpa de la sequía devoran todo lo que encuentran a su paso, hasta los plataneros. No se puede hacer nada. Hay que esperar a que llueva. Hernán se acaba de poner a barrer en el puente. Yo ya he matado como 10 mosquitos desde que me levanté y me puse a escribir. Esto sería el paraíso si no fuese por los mosquitos y el terrible calor de estos días. Pero aún así, se parece mucho.

Socom, el profesor de capacitación agraria me ha visto desde lejos y me ha dado los buenos días. Yo sigo pegado a mi pequeño ordenador portátil. Ayer domingo todo el mundo tenía el día libre. Los jóvenes de Pursat se fueron a ver a sus familias, pero los que viven en otras provincias se quedaron en el centro. Entre ellos un muchacho muy tímido que todavía no ha superado el hecho de perder una mano. Siempre viste con camisa larga para no mostrar el miembro que le falta. Es el único que parece darle importancia al hecho. El otro día, en clase de inglés, repasábamos las partes del cuerpo. Al llegar a las manos, pregunté, ¿cuantas manos tenemos? We have two hands. Pero alguien dijo, pero Sarak tiene una, con la mayor normalidad. El se rió. Es parte del grupo y todos lo tienen en cuenta. Los que se quedan aprovechan también para recibir clases de música, a las que acuden otros chichos de la ciudad.


Por la mañana aproveché para ir al mercado de Pursat. Socom me llevó con su moto. Paramos a tomar un delicioso jugo de caña de azucar y luego paseamos por las diferentes paradas. La gente es encantadora. Muchas vendedoras me pedían que les hiciese fotos. No tenía ni que pedirles permiso.


Socom se ha acercado hasta mi ventana. Llevaba con él una rama llena de largas púas que ha cortado de uno de los árboles del jardín. Ante mi sorpresa ha arrancado un trozo de hoja del platanero que tengo en frente y con una de las púas ha unido los dos vértices. Llenan de tierra el improvisado recipiente y planta semillas. Ni macetas, ni bolsas de plástico. Lo más práctico es lo que tienen a su alcance, barato y natural.





A las 8 he desayunado con el grupo, a las 11 he dado la clase de inglés y he aprovechado para despedirme de los alumnos. Mañana voy a Battanbang con Hernán. Han insistido para que comiese con ellos. Ya no nos veremos hasta el sábado, en que regresamos para celebrar juntos el año nuevo camboyano. Después tienen una semana de vacaciones.

A las dos de la tarde han empezado a trabajar, y muy duro. El otro día los muchachos desmontaron una vieja casa de madera con la intención de trasladarla al recinto de los estudiantes para que sirviera de alojamiento para las chicas. La madera estaba tan dañada por las termitas que ha sido necesario comprar nuevos tablones. Construirla de nuevo puede costar unos 700 euros, así que habrá que espera un poco hasta que se disponga de presupuesto. Pero, de momento, han empezado a nivelar el terreno y seleccionar las maderas que aún pueden aprovecharse.


Después de trabajar en el huerto se han puesto a jugar a futbol. Son incansables. Después me uniré a ellos en la piscina, hasta la hora de cenar. Y otra noche en CROAP.

 


4 comentaris:

  1. Quin blog més xulo! Ara, quan tornis, no t'escaparàs d'explicar-nos el viatge!

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  2. se me caen las lagrimas.......................

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  3. Quino això està molt bé i, com sempre, ens ho expliques tant bé que sembla que tots estem allà, amb tu. Però no, no tots tenim aquesta sort.

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  4. estem molt contents que t'estigui anant tan bé el viatge. Ens encanta llegir les teves aventures!!

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