dijous, 5 de setembre del 2013

SAMOA 2013

Y Dios creó Samoa


Después de visitar las islas Cook, creía que había llegado al cielo. Ahora, en Samoa, me doy cuenta que solo me encontraba en la antesala. Por algo el lema de este país reza “Samoa is founded on God”, o sea, Samoa se fundó en Dios. Y enormes grafitis recuerdan, por si queda alguna duda, que Jesucristo es el Rey de Samoa.



Uno podría darse cuenta de ello por las mil y una iglesias que alberga este diminuto país de 180.000 habitantes. Es imposible no verlas, pues pareciera que las diferentes comunidades compitieran para ver quien levanta el edificio más grande, o el más pintoresco.



Los fanáticos misioneros europeos lo tuvieron fácil en Samoa. Las antiguas leyendas creacionistas, muy similares a las cristianas, y la profecía de Nafanua, de que una nueva religión arraigaría en las islas, prepararon a los samoanos  para aceptar el mensaje de los nuevos predicadores cristianos, que llegaron a principios del S. XIX.







Hoy en día el domingo es sagrado. Todo se detiene. No funcionan ni los autobuses. Cierran todos los comercios, y la única actividad que realizan los isleños consiste en acudir a la iglesia, por la mañana y por la tarde.


Así mismo lo hice yo. Al acabar la misa, el pastor me invitó a comer en su casa. Su mujer y su hija nos sirvieron deliciosos manjares: langosta, pescado, hojas de taro con crema de coco, etc…


Y para el resto de días de la semana no hay que olvidar que de 6 a 7 de la tarde no se puede caminar por las aldeas. Hay un toque de queda con motivo de la oración de la tarde. Unas campanadas se encargan de recordarlo.


El Jardín del Edén



Una de las primeras cosas que llama la atención del visitante son los “fales”, unas construcciones ovaladas en madera, cubiertas y sin paredes, que dejan pasar el aire. Todas las casas disponen de uno y es el lugar en donde pasan más tiempo los isleños, protegidos del calor y de la lluvia. Es el lugar en donde se hace la siesta, y en donde se reúnen familiares y amigos para charlar y pasar el rato, o incluso para discutir de asuntos importantes.





El pescado es abundante y fácil de conseguir. Los cerdos y las gallinas corren libres por todas partes. El taro, un tubérculo parecido a la patata crece por doquier, así como la tapioca y una diversidad de verduras. Y los cocos, los mangos, las bananas, las piñas y las papayas forman parte de la decoración de cada casa. Es lo más cercano al paraíso que uno puede imaginar. Con las necesidades básicas tan cubiertas, la vida en las islas no puede ser más relajada.







Las mujeres pasean tranquilas con sus pequeños, con un paraguas que igual las protege del sol que de la lluvia. Los niños juegan y nadan en la playa, o en la infinidad de pequeñas piscinas construidas con la lava de los volcanes que abundan en la isla. Los hombres descansan tumbados en los fales y los jóvenes juegan a rugby, a cricket, o salen a remar. Y si es cierto que el hombre fue creado a imagen y semejanza del creador, Dios debe ser el Ser más guapo y sexy del universo.







El modo de vida samoano


En Samoa uno encuentra un pueblo orgulloso, satisfecho, que ha sabido preservar su cultura y su estilo de vida. Fue la primera isla del Pacífico en conseguir la independencia, el 1 de enero de 1962. Y su sistema político se basa en el poder de los “Matai”, los jefes tribales. Existen unos 18.000, y ellos mismos resuelven los problemas que se dan en las 362 aldeas, y deciden que castigo han de recibir aquellos que infringen alguna norma.  







Mi segunda misa en Samoa me permitió conocer uno de estos “Matais”, que tras la ceremonia dominical, me invitó a comer en su casa con su familia. El fue quien mejor me explicó el poder de estos jefes locales, perfectamente incorporado al sistema político y jurídico del país. Como podrás ver, me dijo, no hay policías en ningún lugar, salvo en Apia, la capital. Son los habitantes de cada villa los encargados de la seguridad.


El país lo forman dos grandes islas, Savaii y Upolu, así como ocho islitas más pequeñas. En Upolu se encuentra la capital, Apia, el único lugar que podría considerarse una ciudad.



Mi estancia en Apia coincidió con el Festival Teuila 2013, una de las celebraciones más importantes del país. El Festival empezó con una competición de coros de las diferentes iglesias, como no podía ser de otra manera… El Honorable Diputado Primer Ministro Fonotoe Nuafesili Pierre Lauofo se encargó de inaugurarlo oficialmente al día siguiente, dando paso a un sinfín de actos: danzas y cantos, juegos tradicionales, demostraciones del samoano arte del tatuaje, etc.

















“Tofa” Samoa



Adiós y “Fa’efetai” gracias, es lo mínimo que uno puede decir al dejar este maravilloso país y esa gente tan amable y simpática. La sonrisa de los samoanos es una de las características que se resaltan en todos los prospectos turísticos. Aunque cuidado, nada es siempre lo que parece…!













 Muchos lugares a visitar

 "Fale", alojamiento en la playa

Mientras acababa de cenar, esperando el momento de embarcar en el avión que tenía que llevarme de regreso a Fiji, se me acercaron un grupo de misioneras de la Iglesia Coreana Presbiteriana, asentadas en Australia. Habían venido a Samoa a evangelizar, y no quisieron perder la oportunidad. Se sentaron a mi lado y no pararon hasta que consiguieron que rezase con ellas. En su ímpetu por convertirme no se dieron cuenta que todo el mundo había subido ya al avión. Un auxiliar de vuelo tuvo que venir a interrumpirnos y pedirnos que embarcáramos de una vez. Dios puede esperar, el capitán no!