IA ORANA
La colonización del Pacífico por parte de las
potencias europeas y la enfermiza obsesión evangelizadora de las diferentes
confesiones cristianas, casi consiguieron destruir algunas de las culturas más
peculiares del planeta. El aislamiento en el que vivían sus habitantes, a miles
de quilómetros de cualquier continente, había dado lugar a una sociedad libre
de casi todos los tabúes que tanto daño han causado en otras latitudes. La sexualidad, por ejemplo, se vivía con absoluta normalidad. A pesar del esfuerzo por
parte de los colonizadores europeos por someterlos a los mismos corsés
morales, parece que estos pueblos han sabido esquivar con bastante éxito esas
tendencias antinaturales. Quizá por eso los pueblos polinesios se caracterizan
por su alegría, cordialidad y ganas de vivir. Y aunque podría hablar, y mucho,
de todo el daño que han causado los occidentales a esta parte del mundo, me voy
a limitar a hablar de las bondades que todavía encuentra el viajero que se
atreve a adentrarse en este lejano mundo.
La Polinesia Francesa
Mapa comparativo de la extensión de las islas de la Polinesia Francesa
120 islas y 56 atolones, repartidos en 5
archipiélagos, perdidos en medio del Pacífico, forman lo que se conoce como
Polinesia Francesa. Unas 260.000 personas cuyas vidas son dirigidas desde
Francia, una potencia que se encuentra a 18.000 km de distancia.
Las más conocidas, Tahití, Moorea o Bora Bora, se encuentran en el Archipiélago
de las Islas Sociedad. Pero hay muchas más, algunas a 4 horas de vuelo desde la
capital Tahití. Lejanas y todavía muy aisladas, han sabido conservar un estilo
de vida propio y auténtico.
Tahiti
La principal isla de la Polinesia Francesa,
con poco más de 2.000 km2, acoge la capital, Papeete, el único aeropueto
internacional y casi la mitad de la población. Las paradisíacas imágenes que
todos tienen de Tahití, hay que ir a buscarlas, no obstante, a las otras islas
vecinas. Eso no quiere decir que la isla carezca de encanto. Grande como es,
tiene muchos lugares interesantes para visitar.
La Polinesia no es un destino escogido por
mochieros. De hecho se ven muy pocos, y normalmente pasando unos pocos días de
camino a Asia, a Estados Unidos, o América del Sur. Y se entiende, pues su fama
de cara es real. Aunque junto a los lujosísimos hoteles de bungalós encima del
agua, también se encuentra alojamiento más sencillos y económicos. Yo decidí
probar con “Couchsurfing”, y tuve la suerte de ser acogido por Dominique, una mujer
francesa que emigró a estas islas hace más de 20 años. Con ella recorrí la
isla, tuve la posibilidad de entrar en las casas de sus habitantes y conocer a
amigos y familiares.
Manifestación en contra de la multinacional Monsanto
Pupu Tuhaa Pae, grupo vencedor del Festival Hiva 2012
Preparándose para el Hiva 2013
Pero el verdadero encanto de la Polinesia hay
que buscarlo en las islas que rodean a Tahití, y por eso no tardé en subirme a
un ferry y marcharme a Moorea, la isla más cercana, a 17 km .
Bienvenidos al Paraíso
Moorea es el paraíso mismo. Una isla de 132 km2, con unos 15.000 habitantes, que viven junto al mar, en sencillas casas, normalmente de madera, rodeadas de una exhuberante vegetación tropical. Y en este paraíso todos encuentran un lugar adaptado a sus posiblidades, desde los lujosos hoteles de bungalós encima del agua a campings y económicas pensiones, igualmente acogedoras y al lado mismo de bellísimas playas.
Playa del Camping Nelson
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