dijous, 1 d’abril del 2010

Asia 2010 : Camboya (1)

Camboya

De Bangkok a Siem Reap

Después de tres días en Bangkok puse rumbo a Camboya. Compré un billete de autobús hasta Siem Reap. La muchacha que me lo vendió, me aseguró que no me dejarían tirado en medio del camino, como decía mi guía que ocurría si no se utilizaba una compañía oficial.

Lo más aconsejable es no cambiar dinero de Camboya en Tailandia. El cambio es terrible. Lo ideal es llevar dólares americanos, la moneda con la que se paga en casi todas partes. La moneda local es ideal para productos que cuestan menos de un dólar, como una botella de agua.

Si se viaja por tierra, es aconsejable también obtener la visa en la frontera, nunca antes. Al llegar a la frontera, unos chicos muy simpáticos y con una gran tarjeta colgando del cuello, se encargan de ayudar con el tema de la visa y de acompañar al personal hasta el autobús de Siem Reap. De momento nos piden 25 euros (1.200 Bahts). Los tres muchachos de Chequia, con los que había realizado el tramo de tres horas hasta el borde fronterizo, preguntan extrañados, pues ya disponían de su visa. Los muchachos dicen que es para otra cosa..., y ellos, desconcertados, pagan. La visa costaba 20 euros. Yo les proporcioné un beneficio extra de 5 euros, que no está nada mal dada la situación del país. Con los checos ganaron algo más...

Los dos muchachos nos esperaban al otro lado de la frontera para acompañarnos hasta la estación de autobuses. Allí acaban convenciendo a todos los turistas de que tomen un taxi. “Sólo cuesta 9 euros por persona y tarda tres horas menos que el bus”. Eso dicen… Todo el mundo tiene el bus pagado, pero todos acaban tomando el taxi. Yo me quedo asombrado, pero decido hacer como el resto y me subo en un taxi con los checos... El taxi, por supuesto, no nos lleva al hotel indicado por mis acompañantes accidentales, y que ya tienen reservado, sino a otro. Es precioso, las habitaciones amplias y lujosas sólo cuestan 10 euros la noche. Ellos insisten y los meten en un taxi rumbo a su hotel.

Yo busco algo más económico..., así que ellos mismos se encargan de llevarme a otro hotelito, “Home Sweet Home”. Por 6 euros me ofrecen una habitación enorme, con baño y televisión. El hotel tiene una terraza y un jardín muy acogedores, Internet gratis y un restaurante en donde se come de maravilla. Que más puedo pedir!!! Me lo quedo.

Angkor
La ciudad sagrada


A varios kilómetros de Siem Reap se encuentran, esparcidas en un vasto territorio, las ruinas de la antigua capital del imperio Khemer, que durante los siglos IX al XII d.C. extendía sus dominios a la actual Camboya y gran parte de Vietnam, Laos y Tailandia.


Los elaborados templos de piedra son los restos que quedan de las antiguas capitales Angkorianas. Las piedras eran para los Dioses. El resto de construcciones se hacía en madera.


Siem Reap atrae miles de turistas, que dedican varios días a visitar algunos de los numerosos templos esparcidos por la geografía de la región. Existen varias maneras de acercarse hasta Angkor. Los tours organizados, con guía y aire acondicionado. O en bicicleta, siempre que se esté dispuesto a hacer una ruta de entre 30 y 40 kilómetros bajo un sol imponente y con una temperatura que, en esta época oscila entre los 30 y los 35 grados.

Y el sistema tradicional del tuk-tuk, una moto con tres ruedas y un cómodo asiento, con una cubierta que protege del sol. Por 15 dólares americanos, tuve uno a mi disposición desde las 8 de la mañana a las 6 de la tarde. Teourn, el chofer del tuk-tuk, un muchacho de 22 años que quiere ser conductor de autobuses, no hablaba inglés, pero logramos entendernos y recorrer juntos todos los templos que me interesaba ver. El traslado de un templo a otro, con distancias de entre 2 a 4 kilómetros, suponen un refrescante respiro si se ha escogido este medio de transporte.




Las ruinas de Angkor són el lugar preferido para hacerse la fotos de boda. De blanco y con los trajes tradicionales...






El lago Tonle Sap

Al sur de Siem Reap se encuentra el lago Tonle Sap, que este año tiene un nivel de agua bajísimo. Ha sido un año muy seco. Según dicen, el rió Mekong, que atraviesa el país y alimenta el lago, registra el nivel más bajo de los últimos 50 años.

Teourn me convence para ver la puesta del sol desde el lago. Sin duda un espectáculo bellísimo, pero a mí lo que me llama más la atención es la vida que se desarrolla al lado del lago. Decenas de personas limpian y meten pescados en bolsas de plástico o los cargan en camiones, otros trituran grandes barras de hielo, que tienen guardadas en pequeños recintos de cañas cubiertas de aserrín, o las transportan de camiones a pequeñas barcas desde las que deben distribuirlas. Los niños juegan en los porches de sus casas, o se cuelgan por los pilares de madera sobre los que se aguantan unas construcciones frágiles y muy sencillas. Desde el exterior uno ve todas las posesiones de aquellas humildes familias. Algunas mujeres cocinan al lado de su casa, los hombres comen y conversan en grupo, alguna pareja contempla la puesta de sol, sentados en el borde de su cabaña, También hay quien saca agua del pozo y se ducha en un rincón, sin demasiada intimidad. Pero todos me miran y sonríen a mi paso. Una amplia sonrisa que no para de confirmarme que los camboyanos son un pueblo muy acogedor.


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