divendres, 21 de març del 2014

Líbano 2014

Beirut, el París de Oriente Medio


Un vuelo de Turkish Airlines, con escala en Estambul, me lleva, el día 10 de marzo, de Barcelona a Beirut, la capital del Líbano. La guerra civil que se vive en la vecina Siria, o el eterno conflicto con Israel, que hace poco recomendable viajar hacía el sur, no ayudan a elegir este país como destino turístico.





Los miles de sirios que han cruzado la frontera libanesa, y los campos de refugiados palestinos salpicados por el territorio libanés, son un problema añadido a la frágil situación de este país, que en sus mejores días fue conocido como el París de Oriente Medio.


Líbano es un país de grandes contrastes, en donde convive la más opulenta riqueza, con la pobreza y el hacinamiento de muchos barrios y la miseria de los campos de refugiados. Los libaneses tienen fama de ser un pueblo muy trabajador y habilidoso con los negocios. Antes de la guerra civil (1975-1990) y de la invasión Israelí (1982), era el centro financiero de Oriente Próximo y se lo comparaba con Suiza. También tienen fama de tolerantes y una prueba de ello es la manera en como han convivido siempre las más de 16 religiones presentes en el país. Y sobretodo, muy optimistas, alegres y hospitalarios.


 Secuelas visibles de la guerra

Beirut  no deja indiferente a nadie. La infinidad de lujosos apartamentos que se levantan delante del mar, el ajetreado paseo marítimo, lleno de terrazas, el glamuroso zoco, en donde se encuentran las más prestigiosas marcas de moda, los carísimos coches que circulan por sus calles, o los incontables restaurantes, bares y clubs de copas, me sorprenden desde el primer momento que llego a la ciudad.








Encontrar la casa de mi amiga Ester no fue fácil. Como en otros países del entorno, casi nadie conoce el nombre de las calles, ni el taxista. Es necesario señalar un punto de referencia, del que yo carecía. Aún así, preguntando a unos y otros, acabé dando con el edificio en el que vivía. Desde allí, en pleno centro, con vistas al mar, y a unos minutos de Hamra, el distrito universitario y uno de los lugares más animados, empecé a descubrir esta interesante ciudad.


 Universidad Americana de Beirut



A unos 15 minutos a pie, hacia el este, se halla la joya de la corona, el restaurado Distrito Central o “Downtown”, con la “Place d’Étoile” en el centro, rodeada de bellísimos edificios y calles peatonales, llenas de cafés, restaurantes y lujosas tiendas. Al lado mismo se encuentra el moderno Zoco, e innumerables vestigios de la que fue una vez una importante ciudad romana, con el Cardo Maximus y los magníficamente restaurados Baños Romanos



Y como no, la bellísima Catedral de San Jorge, de la época de las cruzadas,  la Mezquita de Al-Omari, del S. XII y la nueva y bellísima Mezquita Azul de Mohammed al-Amin, en donde se encuentra enterrado el primer ministro asesinado Rafia Hariri. O el Grand Serail, un impresionante edificio de la época Otomana que hoy alberga oficinas gubernamentales.




 Museo Nacional de Beirut



Más allá de Beirut

Líbano es un pequeño país de 4 millones de habitantes, bañado por el Mediterráneo y que delimita al sur con Israel y en el resto de su frontera, al este y al norte, con Siria. A pesar de la situación, y las constantes noticias de atentados y coches bomba en determinadas zonas, Ester y yo nos atrevimos a alquilar un taxi y visitar algunos de los muchos lugares interesantes de este país.


  
El primer día nos dirigimos hacía el sur, para visitar la antigua ciudad fenicia de Sidón. Lo primero que llama la atención es su castillo, levantado en el año 1228 en una pequeña isla, unido al continente por un puente fortificado, y restaurado en el siglo XVII, después de ser muy dañado por los mamelucos. Impresionantes edificaciones del S. XVII en amarilla piedra calcárea, cobijan hoy las animadas callejuelas del zoco. No pudimos visitar las mezquitas, ni la  iglesia, ni el otomano Palacio Debbané, aquel día cerrados…, pero sí el conocido Museo del Jabón, una institución de la ciudad. 







Dejamos la costa y el mar para adentrarnos en las montañas, en plena zona de Hezbollah. Queríamos visitar un lugar del que no hablaba mi guía para nada, pero que nos habían recomendado. Se trata del Museo de la Resistencia de Hezbollah. Erigido en el mismo lugar en el que empezaron los enfrentamientos con el ejército israelí, desde aquí se lideró la lucha para expulsar a Israel de los territorios ocupados del sur del Líbano.





Finalmente regresamos de nuevo a la costa, a una media hora al sur de Sidón, para tomar una deliciosa comida libanesa en el puerto de la antigua Tiro. La ciudad fundada en el año 2750 antes de Cristo, fue gobernada por los Egipcios y después por el famoso Rey Hiram, que envió a Jerusalén los troncos de cedro y los obreros con los que el Rey Salomón construyó el Templo de Jerusalén . Más tarde fue colonizada por Asirios, Griegos, Romanos, Bizantinos, Árabes, Mamelucos y Otomanos entre otros.


Al día siguiente nos dirigimos hacia el norte. Nuestra primera parada fue Jeita Grotto, según mi guía, una de las mayores atracciones turísticas del Líbano. Se trata de dos cuevas enormes, llenas de estalactitas y estalagmitas. La primera se recorre a pie, por unas pasarelas que te permiten disfrutar de un espectáculo natural impresionante. La segunda se visita a bordo de una pequeña embarcación que recorre las aguas subterráneas.

Foto Google

Nuestra segunda parada fue la Basílica de Nuestra Sra. del Líbano. Se encuentra en lo alto de una montaña, a la que accedí a través de un teleférico que se toma en la costa, al lado del mar.




Y finalmente, la legendaria Byblos, uno de los destinos turísticos más relevantes de toda la costa mediterránea de Oriente Medio. En el tercer milenio antes de Cristo, los Fenicios lo habían convertido en uno de los puertos más importantes de toda la mediterránea. La cuna de nuestro moderno abecedario, vivió épocas esplendorosas bajo los griegos, los romanos, los mamelucos y los otomanos.


Al lado mismo del mar puede visitarse un extenso complejo de ruinas helenísticas, romanas y medievales. Y junto a templos, teatros, tumbas y obeliscos, los restos de asentamientos neolíticos conviven junto a un conservado castillo de los cruzados, del S. XII.



Sentados en uno de los acogedores restaurantes del puerto, con vistas al mar, y lleno de locales que aprovechaban el soleado fin de semana, completamos la jornada con otra deliciosa comida libanesa. Y es que, viendo el ambiente que allí se respiraba, nadie diría que a pocos quilómetros se está llevando a cabo una cruel guerra civil.