Hacia el fin del mundo
En O’Higgins, una pequeña villa de 520
habitantes, se acaba la carretera austral. Ningún vehículo puede ir más allá.
Cuando uno llega al lago del mismo nombre tiene la impresión de encontrarse a
las puertas del fin del mundo. Lo que pueda ocurrir a partir de entonces es
incierto. Yo sabía que debía subir a una embarcación que sólo se acerca hasta
allí una vez a la semana. Si todo salía como me habían indicado, un tal Ricardo
nos recogería al día siguiente y atravesaríamos a caballo una montaña, hasta
llegar al Lago Desierto. La misma propietaria de El Mosco, el precioso hostal
en el que me alojé dos días esperando la llegada del barco, me pidió que le
escribiera un mensaje y le explicara como había ido la travesía.
Tras cuatro horas de navegación, contemplando
al fondo la impresionante silueta del Monte O’Higgins, de 2.860 metros de
altura, nos acercamos al Campo de Hielo Sur. El barco se detiene a 300 metros
del Glaciar O’Higgins para que podemos contemplar esta monumental maravilla de
la naturaleza, de verticales paredes heladas de entre 60 y 80 metros de altura,
que llevan allí más de 1.000 años.
Dos horas más tarde, el reducido grupo de
pasajeros desembarcamos en Candelaria Mancilla, un pequeño embarcadero en medio
de la nada. Encima de la loma, y escondida entre vegetación se encuentra la
única casa del lugar, una hospedería sencilla pero muy acogedora en donde
cenaremos y pasaremos la noche. A la
mañana siguiente aparece Ricardo. No hay caballos, los necesitan para trasladar
las reses… Algunas personas se ponen a andar, dispuestas a recorrer los más de
20 quilómetros a pie, que separan los dos lagos. Algunos nos trasladamos en 4x4
hasta la frontera con la Argentina, a unos 15 quilómetros. Allí nos ponemos a
caminar también. El equipaje llegará más tarde a lomos de algunos caballos.
Puesto fronterizo de Chile
El esfuerzo vale la pena. La imagen del Monte
Fitz Roy reflejada en el Lago Deiserto no tiene precio. Estamos rodeados de
naturaleza, en un paraje de una belleza única. Ya sólo nos queda esperar la
llegada de otro barco, que nos cruzará al otro lado del lago. Un bus nos
acercará después a la localidad argentina de El Chaltén, que se encuentra a
poco más de 30 quilómetros de distancia.
Compañeros de viaje
Ricardo, los caballos y el equipaje
Había conseguido el objetivo, cruzar por la
vía más complicada. Lo que no sabía es que nuestro destino final, El Chaltén,
escondía algunas de las maravillas más impresionantes de este viaje. Descubrí
entonces que es conocido como la capital del “trequing” y enseguida supe
porqué. La ruta de 6 horas a la Laguna del Cerro Torre (3.102 metros), y la de
7 horas a la Laguna de las Tres, a los pies del Fitz Roy (3.405 metros) han
sido algunas de las caminatas más bellas que he realizado jamás.
Cuando llego a la cima, las nubes me impiden ver el Fitz Roy...
Siguiendo al sur, la primera población que uno
encuentra en la inmensa y deshabitada Pampa Argentina es El Calafate. Hoy un
centro turístico de primera magnitud cuya principal atracción es el famosísimo
Glaciar Perito Moreno. Ya había estado aquí en otra ocasión, hace ya unos años,
pero no pude resistir la tentación de volver a visitar el que sin duda es uno
de los glaciares más impresionantes de la Patagonia Argentina.
Día lluvioso y frío en el Perito Moreno
Ahí conocí a una bellísima pareja de
mallorquines con los que continué mi viaje. Todavía no había cumplido mi
objetivo último, la razón por la que empecé mi andadura hacia el sur. En seis
horas de bus, cruzando de nuevo la frontera chilena, nos plantamos en Puerto
Natales. Allí dejamos el equipaje y solo con lo imprescindible nos aventuramos
en la inmensidad del Parque Nacional Torres del Paine, la joya de la corona. Nuestro
objetivo no era recorrerlo al completo, como hacen muchos visitantes, que se
pasan hasta 12 días andando. Nos conformamos con tres días, y realizamos la
ruta principal, la que lleva directamente a las famosas Tres Torres del Paine,
y que nos llevó 7 horas, y la que conduce hasta el mirador del Glaciar Grey.
Torres del Paine
Guanacos
Glaciar Grey
El objetivo estaba cumplido, pero a sólo tres
horas de la ciudad continental más al sur de Chile, Punta Arenas, no pudimos
resistir la tentación de acercarnos, pasar unos días y visitar una colonia de
pingüinos reales, una especia subantártica que sólo se encuentra en las islas
Malvinas, la Antártida y el enclave de Tierra de Fuego al que llegamos en una
excursión que duró todo el día.
Quatre paraules per descriure això: im pre ssio nant!!!
ResponEliminaFantàstiques vistes i molt bones fotos. Quina experiència que podem viure tant d'aprop gràcies als teus comentaris.
Enveja!!
Quino: que dise la mama que si va a venir a comé hoy a casa!!!! jijiji
ResponEliminaVaya fotos! Fantásticas!!!!! El lugar debe ser aún más bello!!! Besitos!
ResponEliminamolts maques les fotos! (Aitor & Empar)
ResponEliminaHola Quino: somos Gustavo y Jesica, estuvimos juntos en Laos, no se si te acuerdas de nosotros. Veo que andas por muy cerca espero que te este gustando la patagonia y disfrutes de sus paisajes. Te mandamos un abrazo y seguimos tu blog.
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