divendres, 12 d’abril del 2013

CHILE 2013: Capítulo 5


Dejando Patagonia


Llegado a Punta Arenas, es hora de regresar, deshaciendo el camino hecho en mi intenso viaje hacia el sur. Una opción muy popular es el avión. Los 3.416 quilómetros hasta Santiago son un buen argumento. También es posible regresar a Puerto Natales, 3 horas al norte, y tomar el ferry de la naviera Navimag, que, una vez a la semana zarpa hacia Puerto Montt. Durante cuatro días surca el mar entre fiordos e islas y, si el tiempo es bueno, permite disfrutar de unas vistas espectaculares de la recortada costa chilena.


Hay una cuarta opción, que es la que elegí esta vez. Cruzar a Argentina de nuevo y subir por la Ruta 40 hasta Los Antiguos. Unas 17 horas de bus ininterrumpido, que me permite entrar de nuevo en Chile a la altura de Chile Chico, en plena ruta austral. Desde allí cruzo en ferry el Lago General Carrera, hasta la diminuta población de Pto. Ibáñez, en donde los buses esperan para llevar a los pasajeros hasta Coyhaique. Otro bus me acerca a Puerto Aysen y luego a Puerto Chacabuco, en la costa, y por la noche tomo un ferry de Naviera Austral hasta la isla de Chiloé, a donde llego 28 horas después.







La verdad es que me entristece dejar La Patagonia. Desearía quedarme mucho más tiempo. Es un lugar que te seduce y enamora, por su belleza, su inmensidad y sus gentes, sencillas, amables y acogedoras. Me voy con pena, quizá también por haber descubierto que esta maravilla de la naturaleza está seriamente amenazada. El gobierno chileno, que debería protegerla, es su principal enemigo.

Chile es considerado uno de los países del mundo menos sostenibles, que utiliza indiscriminadamente sus recursos naturales para mejorar su crecimiento económico, a menudo autorizando a empresas extranjeras para su explotación. El gobierno parece actuar sin importarle las consecuencias futuras de todo ello, y problemas como el de la contaminación del aire se agravan día a día. Santiago ha sido considerada la segunda ciudad más contaminada de las Américas.

Al mismo tiempo, los bosques nativos no paran de reducirse debido a la tala, y son sustituidos por especies exóticas de crecimiento más rápido como los eucaliptos o el pino Monterrey. Los bosques autóctonos de araucarias y alerces han disminuido de forma alarmante en las últimas décadas. La industria del salmón, uno de los productos estrella de la economía chilena,  ha contaminado las aguas, dulces y saladas. Y la industria minera, como la extracción de cobre, que es la espina dorsal de la economía de Chile, contamina agua y aire. Para colmo, el enorme agujero en la capa de ozono que se encuentra encima del país no para de crecer.

¿Sabrá Chile afrontar estos retos? ¿Tomará las medidas para proteger un patrimonio natural único y vital para la subsistencia del planeta? ¿Podrán seguir disfrutando de estos parajes las futuras generaciones? Espero que si, porque en la Patagonia uno se reencuentra consigo mismo, nota, más que en ningún lado, la estrecha vinculación entre el hombre y el planeta que habita. Y hasta cree tener la certeza de que destruir la naturaleza es asegurar nuestra extinción como seres humanos. 



1 comentari:

  1. espectacular como siempre quino un abrazo mu fuerte i sigue enseñandonos ese mundo ke muchos solo vamos a ver en fotos.cuidate quino besos desde castellbisbasl.

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