diumenge, 6 de juny del 2010

Asia 2010 : Laos (1)

De camino a Laos


Para entrar en Vietnam elegí seguramente el mejor lugar, el Delta del Mekong, en barco y por el río. Para salir parece que elegí el peor, en autobús de tercera y por carreteras de infarto.

Pocos son los que se aventuran a cruzar a Laos por esta ruta, con un puesto fronterizo que abrió hace solo unos meses. Nadie lo recomienda en Hanoi. Todas las personas a las que consulté me aconsejaban ir por el sur. Pero yo sabía que se podía pasar y no quería volver a la capital.

El trayecto desde Sapa a Dien Bien Phu transcurre por una estrecha carretera de montaña, rodeada de frondosa vegetación tropical. Una espesa niebla dificulta la visión, y las obras de mantenimiento de la calzada nos obligan a detenernos un rato. Los pronunciados precipicios al lado de los cuales pasa el autobús cortan el hipo.


Me resulta sospechoso que sea el único extranjero del autobús. No hay ni franceses, que parece que no son felices si no van a lugares en donde no haya turistas. El autobús me deja en Lai Chau, una bonita ciudad rodeada de caprichosas montañas y que descansa al lado de un gran lago. Allí he de tomar un minibús. Dispongo de una hora y como en un chiringuito que hay en la estación.


Todavía están construyendo la carretera. Muchos tramos los compartimos con escavadoras, apisonadoras y trabajadores asfaltando la calzada. Pero cuando es imposible seguir por allí, el vehículo se desvía por caminos sin asfaltar, auténticos barrizales en los que quedaríamos atrapados si no fuera porque lleva ruedas de 4x4. Además, las paradas son constantes, para dejar gente, para recoger nuevos pasajeros, o para entregar y recoger paquetes.



Cruzamos incluso por un proyecto de ciudad que parece un poblado minero del “Far West Americano”. Todo el mundo está construyendo su casa al mismo tiempo, en medio de un montón de obras: alcantarillado, muros, puentes… Polvo, barro y charcos de agua por todas partes. Todas las montañas de alrededor están totalmente peladas, las han desforestado al completo. El paisaje es desolador. Por suerte, cuando nos alejamos del lugar el paisaje recupera su estado natural.


Pero todas las incomodidades y el cansancio del viaje quedan compensados por la espectacularidad del paisaje. Las montañas, la frondosa vegetación, las terrazas de arroz que bajan hacia el llano, o las gentes de la zona, que visten llamativos vestidos, que distinguen unas etnias de otras, bien vale la pena. Las 12 horas de viaje fueron toda una aventura.

De Dien Bien Pho a Muong Khua


Dien Bien es la ciudad en donde, en 1953, los franceses fueron derrotados por las fuerzas vietnamitas, poniendo así fin al imperio francés de Indochina. Es el lugar más remoto de Vietnam, al que sólo se acercaban hasta ahora aquellos que querían pisar el último campo de batalla y ver las trincheras y otros restos que se conservan.

Ahora, abierta la frontera, es de esperar que más y más turistas se acerquen hasta este rincón del país. Allí me encontré precisamente con otros cinco viajeros, con los que compartiría el minibús hacia Laos. Teníamos que salir a las 5.30 de la mañana, pero tenían que cargar tantos paquetes que no salimos hasta las 6. Y aunque parecía que no íbamos a caber, al final nos metieron a todos, eso sí, bien apretados. Y por el camino aún subirían más…



A medida que empezamos a subir por la montaña la carretera empeora. Llegamos al puesto fronterizo de Vietnam, en donde un soldado nos avisa que la carretera, a partir de entonces, es mucho peor. A unos tres kilómetros se encuentra el control fronterizo de Laos, salimos para allá, pero no podemos llegar. Acaban de dinamitar la montaña y toneladas de rocas ocupan todo el camino. Dos escavadoras se apresuran para tirarlas pendiente abajo.


Uno de los conductores del bus nos hace bajar y nos acompaña a pie hasta el control de pasaportes, a unos 20 minutos andando. Los trámites del visado son tan lentos, que para cuando han acabado con todos ya ha llegado el minibús. No entiendo que hayan abierto la frontera sin hacer antes la carretera. Quizá les urgía inaugurarla. El edificio, construido con la ayuda de Vietnam, es precioso, y en medio de la nada.


Por supuesto, la carretera que nos espera es un camino de tierra amontonada, sin asfaltar, y a veces pasamos al lado mismo de unos profundos precipicios que no inspiran mucha confianza. En la primera aldea que encontramos suben 8 personas más. No podemos creerlo. El minibús se calienta y tenemos que parar varias veces o ponerle agua.



Una de esas veces es precisamente en una aldea en la que están celebrando una boda. Nos invitan a beber, comer y hasta a bailar con ellos. La llegada a Laos no podía ser más cordial. La gente es realmente encantadora. Eso sí, no me queda más remedio que beberme dos vasos de cerveza y uno de aguardiente. No hay manera de decirles que no.



Finalmente, a las 2 de la tarde, llegamos a Muong Khua, la primera población después de la frontera. El río pone fin a la carretera. Hemos de cruzar en una pequeña barca. Tres de mis compañeros de viaje toman otro bus hacía una ciudad más importante. A los otros dos y a mi, nos gusta tanto, que decidimos quedarnos. El lugar, pequeño, acogedor y rodeado de montañas de selva, es idílico. Eso sí, las luz llegó hace sólo unos meses, y todavía no hay ni Internet ni cajeros automáticos…


1 comentari:

  1. jajaja ke bueno lo del bus jaja no cabia ni una mosca no?? como me e reido supongo k tu no mucho ehh valla caminata asta la frontera,eh jaja ,,asta pronto kino. abrazos de tu prima P.

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