dimarts, 2 de juliol del 2013

Polinesia Francesa: Capítulo 2

Al Oeste de Tahití

Iles Sous-le-vent

La publicidad turística habla de Tahiti y sus islas, pero Tahití es una más de las islas que forman la Polinesia Francesa, y curiosamente la que menos se parece al paraíso que todos tenemos en nuestra mente. Para encontrar esas imágenes idílicas hay que visitar las otras islas, que, como muy bien señalan sus habitantes, no son de Tahití ...

Huahine
La isla que engendra las mujeres


El perfil de una mujer mirando hacia sus pechos y vientre preñado, que se dibuja en una de sus montañas, da nombre a esta isla. Un paraíso, a 177 km de Tahití, en el que el tiempo parece haberse detenido. La vida transcurre tranquila, sin prisas. Sus casi 6.000 habitantes, repartidos en 8 pequeñas poblaciones parecen conocerse todos. La gente es encantadora. Todo el mundo se saluda y les encanta conversar con los pocos turistas que se acercan a esta isla, que carece de las infraestructuras hoteleras de Moorea o Bora Bora. 





Se trata, en realidad, de dos islas, Huahini Nui (la grande), y Huahine iti (la pequeña), unidas por un puente sobre un canal que conecta dos bahías. Una carretera sigue toda la costa, y puede recorrerse perfectamente en moto o bicicleta en un día. Pedaleando tranquilamente y sin prisas fui deteniéndome en todos aquellos lugares de interés:, las maraes (altares sagrados), los centros de producción de perlas, los campos de vainilla, o las anguilas sagradas de ojos azules. Por no hablar de sus increíbles playas, en las que vale la pena darse un baño para refrescarse de tanto en tanto.  

 Anguilas de ojos azules

 Vainilla






Raiatea y Tahaa



Raiatea, la segunda isla más grande del archipiélago de las Sociedad, después de Tahití, no es destino habitual de los turistas. La ausencia de playas puede ser una razón. Los comentarios que había oído antes de visitarla eran tan poco alentadores, que cuando empecé a recorrerla, esta vez con un coche de alquiler, no dejé de asombrarme de su extraordinaria belleza. Su exuberante vegetación, sus montañas, el único río navegable de la Polinesia, sus restos arqueológicos… Y Uturoa, a pesar de ser la capital de las islas del oeste, es un pueblecito, que no ha perdido el aire tranquilo propio de la Polinesia.




 Puerto de Uturoa








 Transporte escolar



Y a solo 3 km de su vecina Tahaa, “la isla vainilla”, de 67km de diámetro, rodeada por algunos de los islotes más espectaculares de la Polinesia. Ahí tuve una de las experiencias de buceo más impresionantes de mi vida. Nadar tranquilamente en unas aguas absolutamente transparentes rodeado por miles de peces de todos los colores.






Maupiti
Paraíso Natural



Sin ningún tipo de duda, Maupiti es la isla más bonita de las Islas Sociedad. El hundimiento de un volcán dio origen a esta maravilla de la naturaleza, de apenas 10 quilómetros cuadrados, rodeada por unos grandes islotes que la abrazan y comparten con ella un lago de aguas turquesas.




 Aeropuerto de Maupiti




Sus 1.200 habitantes no han dejado construir hoteles. Solo existen pequeñas residencias familiares y algunas cabañas muy básicas en los islotes. Sus gentes viven tranquilas y no se alteran  ni con los pocos turistas que llegan, a los que no les queda más remedio que adaptarse al ritmo de sus habitantes. Son cultivadores de Tiaré, la flor por antonomasia de la Polinesia. Y los sábados por la noche se suben a sus lanchas, se acercan a los “motus”, y pescan para toda la semana.







Con una carretera de 9km que rodea toda la isla, esta vez me ahorré la moto, el coche o la bicicleta y la recorrí a pie. A ambos lados de esta única vía de comunicación terrestre viven todos sus vecinos, en pequeñas casas rodeadas de jardines tan bellos, que uno creería que compiten entre ellos. Y al lado de casi cada casa no falta un árbol de pan, un fruto enorme con el que, se dice, se alimenta toda una familia. Y mangos, plátanos, papayas y tapioca.  Aunque no tuvieran un franco, nadie puede morirse de hambre en esta maravilla de isla.






Un día, por ejemplo, deambulando por un de sus “motus”, muerto de sed y sin ganas de regresar a la isla a por agua, me encontré un hombre sentado en un banco. Me acerqué y le pedí si podía abrirme un coco – los islotes están llenos de cocoteros – a lo cual accedió muy amablemente. Me abrió dos, y después de beberme el agua, me partió por la mitad el que estaba más verde y me fabricó una cuchara para que pudiera comérmelo.





 




Bora Bora
El lujo que se paga caro



A unos 250 km de Tahití se encuentra la que muchos llaman “La Perla del Pacífico”. No negaré que es bella, y más cuando uno empieza a recorrerla en bicicleta y se detiene a charlar con sus habitantes, siempre dispuestos a conversar. O cuando se sube a una lancha y se acerca a los islotes que la rodean y que flotan en unas aguas impresionantemente pristinas, transparentes primero y color curaçao después.



Pero el exceso de hoteles marca una diferencia notable con las otras islas, afectando inevitablemente el paisaje. Aquí hay muchos más turistas. Es más difícil el contacto casual con los lugareños. Y lo peor de todo, los precios son exorbitantes. Los no más de 25 euros que se acostumbra a pagar por un alojamiento sencillo (para mochileros) en cualquiera de las otras islas, aquí supera fácilmente los 60 euros. Y sin desayuno, ni Wiffi, ni bicicleta.






Los tours en lancha para recorrer la isla por mar, bañarse con rayas y tiburones, bucear en el jardín de coral acompañado de infinidad de peces de colores y tomar una deliciosa comida en un “motu”, son también extraordinariamente caros. De los aproximadamente 40 euros en las otras islas, aquí se llega casi a los 80.









Después de dos días alojado en un acogedor apartamento al lado mismo de la playa de Matira, la mejor de la isla, me mudé a una pensión familiar tan económica como las de las otras islas. Es posible pues, encontrar algo barato, pero eso sí, estaba alejada e aislada de todo, y sin playa. Y llegar hasta allí en bicicleta después de las 6 de la tarde fue toda una osadía, por una carretera a menudo totalmente oscura.







Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada