Secretos de
Guadalajara
Guadalajara
es esa provincia de Castilla La Mancha que uno ha cruzado infinidad de veces de
camino a Madrid. Esa zona de España en la que pocos se detienen y que no se
caracteriza por atraer un turismo de masas. Y sin embargo esconde lugares de
una belleza única, paisajes de ensueño que le hacen a uno preguntarse, ¿cómo no
oí nunca antes hablar de este lugar?.
Sí,
Guadalajara guarda en secreto maravillas que no deberíamos perdernos. Es sin
duda un destino a tener en cuenta en esta época post-coronavirus en la que
entramos, y que podríamos aprovechar para conocer lugares cercanos.
Brihuega
Iglesia de San Felipe
En el
corazón de la denominada comarca de la Alcarria Alta, a unos 30 minutos de la
ciudad de Guadalajara, se encuentra Brihuega, una maravilla con la que topé,
por casualidad, en uno de mis viajes a Madrid. Se hacía tarde y decidí detenerme a hacer
noche. Quedé tan maravillado que alargué mi estancia unos días y aproveché para
visitar otros lugares cercanos que me recomendaron sus vecinos.
Este lugar,
para mí hasta entonces desconocido, posee uno de los conjuntos monumentales más
importantes de toda la provincia, con un casco antiguo, que fue declarado en
1973 Conjunto Monumental Histórico-Artístico.
El primer
monumento que avisté, nada más entrar en esta pequeña población de no más de
3.000 habitantes, fue la Iglesia de San Felipe. Un lugar mágico cuya
iluminación nocturna te atrapa irremediablemente. Dicen que esta construcción del
S.XIII, de estilo románico de transición al gótico, es una de las más bellas de
la villa.
Pero es
solo una muestra del resto de maravillas que esconde su casco antiguo. Justo
después de cenar, en el fantástico “Asador el Tolmo”, y en un cómodo paseo a
pie, pasando al lado de antiguas
casonas, la Real Cárcel de Carlos III, el convento de las Jerónimas, otras dos
iglesias, ruinas y murallas, me topé con
la Puerta de la Guía. Cruzarla fue una experiencia mítica. Imponente, ante mis
ojos, aparecía El Castillo de la Piedra Bermeja, con una bellísima capilla gótica,
o la Iglesia de Santa María de la Peña, justo al lado. Enfrente, el Convento de
San José, del 1619, y la Escuela de Gramáticos forman un conjunto
arquitectónico mágico.
Mi visita
nocturna fue como un hechizo. Amor a primera vista. Pero por la mañana me esperaban
más sorpresas todavía. Primero las fuentes, repartidas por todo el pueblo, y
que dan fe de la abundancia de manantiales subterráneos. Como la Fuente
Blanquina o de los doce caños, la del Tinte, la del Coso, del Hisopo, la
Princesa o la de San Juan, por citar unas pocas. Y luego, la joya de la corona, la razón por la
que muchos conocen esta región, los inabarcables campos de Lavanda, que
impregnan todo el aire con un perfume que embriaga.
Fuente de los Doce Caños
Sigüenza
En la
Sierra Norte de la Provincia de Guadalajara, a una altitud de 998 mt. sobre el
nivel del mar, se encuentra uno de los principales destinos turísticos de
Castilla La Mancha. Su bellísimo casco antiguo, repleto de edificios
medievales, renacentistas, barrocos y neoclásicos, le valió ser declarada Conjunto
Histórico Artístico ya en 1964.
Detalle del interior de la Catedral
Es de
visita obligada su enorme catedral, en donde se encuentra la famosa escultura
de “El Doncel”, así como el Museo Diocesano, instalado delante mismo, en uno de
los mejores palacios de la ciudad.
Y, por
supuesto, después de perderse por sus agradables y sinuosas callejuelas,
salpicadas de edificios singulares, hay que entrar en su impresionante
Castillo, hoy Parador Nacional. Un buen lugar para dormir o para comer, aunque,
como en Brihuega, no faltan excelentes restaurantes en donde degustar la
mejores especialidades de la provincia.
En mi
segunda visita a Sigüenza almorcé en el restaurante Nula, instalado en los
bajos de la Casa del Doncel, un singular edificio gótico del siglo XV. Todo lo
que probamos allí fue absolutamente excelente. Un placer inolvidable, y un
lugar al que sin duda quiero regresar.
Ruta de los
Pueblos de la Arquitectura Negra
Fue tan
buena la impresión que me llevé de la provincia de Guadalajara, que no tardé en
volver. Esta vez para visitar Campillo de Ranas, Roblecasas, Robleluengo,
Majaelrayo o Monte Ocejón, algunos de los pueblos que forman la conocida como
Ruta de los Pueblos de la Arquitectura Negra.
Esta vez
visitaba a unos amigos, que viven en una de esas típicas casas de piedra negra
que dan nombre a la ruta. Además de por su excelente acogida y sabrosa cocina,
quedé anodadado por una arquitectura singular que no deja indiferente. Los
diferentes pueblecitos negros, así como el agreste entorno en el que se
encuentran, forman un conjunto de tal belleza que no me atrevo a definirlo con
palabras.
Si se
dispone de tiempo, vale la pena pasearse por esta ruta, que invita a largos
paseos, y sumergir-se en ese entorno único e inolvidable. No les digo más.
Descubridlo ya. Seguro que me dais la razón.
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