Las Rías Baixas
Solo había estado una vez en Galicia y hacía mucho tiempo. Debajo
tenéis la crónica de aquell corta visita, que formaba parte del
único tramo que he hecho del Camino de Santiago. El viaje, esta vez,
también ha sido corto, pero intensísimo. Una semana escasa, en la
que he podido conocer las famosas Rías Bajas, Vigo y Pontevedra. Un
paraíso al que he de regresar, por sus increíbles paisajes y su
excelente comida. Que pulpo, que vieiras y que zamburiñas… y el
vino, ese Gondello que aún siento en mi paladar. Un sueño al
alcance de cualquiera.
De Barcelona a Cangas
La familia de Nieves, mi amiga madrileña, es de Orense, y allí se
encontraba ella pasando el verano. Yo acababa de regresar de un
fantástico viaje en coche por el País Vasco y Cantabria con mi
mamá, cuando recibí una llamada de Nieves invitándome a encontrarme
con ella. No lo dudé. Compré un vuelo barato de Ryanair y me planté
en Vigo. Allí me recogió ella, con la idea de que viajáramos por
una zona que ella no conocía. Nuestro primer destino, Cangas.
No es muy recomendable dejarse caer en tan conocido lugar un 9 de agosto sin haber reservado alojamiento… Tuvimos suerte y encontramos una habitación para aquella noche, pero para las siguientes fue imposible y tuvimos que trasladarnos a otro lugar. En la oficina de información turística de Cangas, en donde nos trataron de maravilla, nos hicimos con un listado de alojamientos de la zona y ahí nos pusimos a llamar. Tras una cena espectacular, un paseo nocturno por esta bellísima localidad y una visita matutina al mercado municipal, tomamos rumbo a O’Canizo (Hio). Nos esperaba una grata sorpresa.
No es muy recomendable dejarse caer en tan conocido lugar un 9 de agosto sin haber reservado alojamiento… Tuvimos suerte y encontramos una habitación para aquella noche, pero para las siguientes fue imposible y tuvimos que trasladarnos a otro lugar. En la oficina de información turística de Cangas, en donde nos trataron de maravilla, nos hicimos con un listado de alojamientos de la zona y ahí nos pusimos a llamar. Tras una cena espectacular, un paseo nocturno por esta bellísima localidad y una visita matutina al mercado municipal, tomamos rumbo a O’Canizo (Hio). Nos esperaba una grata sorpresa.
A unos minutos a pie de la fantástica playa de Nerga se encontraba
la pensión en la que pasaríamos nuestros primeros días. No
podíamos aterrizar en mejor lugar, acogedor, buena comida y vistas
espectaculares. La zona es agreste, con bonitas calas separadas por
pequeños montículos rocosos, y caminos rurales que suben por la
montaña y llevan hasta curiosos faros desde los que se tiene unas
vistas impresionantes.
Dos días después volvíamos a Cangas, para toma el ferry que cruza
hasta Vigo, otra ciudad llena de encanto que nadie debería perderse.
Allí probaría, por primera vez en mi vida, las preciadas zamburiñas
y el vino Godello, que me transportaron directamente al paraíso. Y
el queso de tetilla con membrillo, el éxtasis!
Vigo es una ciudad muy acogedora que se deja recorrer fácilmente a pie. Las empinadas calles que llevan hasta la antigua fortaleza lo fortalecen a uno y lo recompensan con una vista aérea de toda la zona. En la calle principal se encuentran bellísimos edificios, como el Mercado de Piedra. Coincidimos además con las famosas fiestas del O' Marisquiño. Curiosamente aquella misma noche, durante la celebración de un concierto, se produciría un grave accidente, al hundirse la plataforma de madera del paseo del puerto, del que hablarían durante días todos los noticieros del país.
Vigo es una ciudad muy acogedora que se deja recorrer fácilmente a pie. Las empinadas calles que llevan hasta la antigua fortaleza lo fortalecen a uno y lo recompensan con una vista aérea de toda la zona. En la calle principal se encuentran bellísimos edificios, como el Mercado de Piedra. Coincidimos además con las famosas fiestas del O' Marisquiño. Curiosamente aquella misma noche, durante la celebración de un concierto, se produciría un grave accidente, al hundirse la plataforma de madera del paseo del puerto, del que hablarían durante días todos los noticieros del país.
Al día siguiente le llegó el turno a la isla de Ons, naturaleza en
estado puro. Seguramente las Cies son mucho más conocidas y famosas,
pero hay que reservar con mucha antelación. Las visitas están
restringidas, para conservar un paraje natural muy delicado, y
enseguida se agotan las plazas disponibles.
No ocurre lo mismo con Ons, así que no tuvimos problema para subir
al ferry. Cogimos un día nublado y hasta nos llovió un poco, pero
aún así, la isla es preciosa y nos pasamos el día caminado. Son
varias las rutas disponibles, unas más cortas y otras más largas.
Nosotros, que estamos en forma, nos recorrimos prácticamente toda la
isla. Visitamos el faro, el Buraco do Inferno y el Mirador de los
Fedorentos. Y acabamos el día con una deliciosa Calderada y otra
botella de Godello.
A la vuelta pasamos por Hio a ver uno de sus monumentos más conocidos, la iglesia de San Andrés, que combina románico, gótico y barroco, con su impresionante cruceiro, obra del maestro Cerviño.
A la vuelta pasamos por Hio a ver uno de sus monumentos más conocidos, la iglesia de San Andrés, que combina románico, gótico y barroco, con su impresionante cruceiro, obra del maestro Cerviño.
Al quinto días dejamos nuestro bucólico hospedaje en la playa de
Nerga y nos trasladamos a Pontevedra. Otra joya por conocer. Aquí no
tuvimos problema con el alojamiento y fue fácil encontrar un lugar
acogedor y en pleno centro histórico.
Real Basílica Menor de Santa Maria la Mayor
La ciudad es bellísima. Me dejó anonadado. Un centro peatonal muy
bien conservado, repleto de preciosos edificios, bellísimas plazas,
fuentes, bucólicos rincones y acogedores bares y restaurantes que
invitaban a detenerse para disfrutar del momento, deleitándose con
un delicioso pulpo gallego, eso sí, acompañado de otro buen caldo.
La recorrimos toda, visitamos el Santuario de las Apariciones, el
Teatro Principal, la Capilla del Nazareno, la Casa de Campás, del
S.X, residencia del pirata Benito Soto, y hasta el Parador Casa del
Barón, un alojamiento muy recomendable. Imprescindible la Real
Basílica Menor de Santa Maria la Mayor, una iglesia del S. XV cuya
fachada constituye una de las mejores obras platerescas de Galicia.
Casa de Campás
Parador Casa del Barón
Real Basílica Menor de Santa Maria la Mayor
A unos 8 kilómetros de Pontevedra se encuentra la bellísima
localidad de Cambados. Los tradicionales hórreos, en este caso al lado
mismo del mar, son su principal característica, que atrae un sinfín
de turistas. Paseamos por sus estrechas callejuelas de preciosas
casas de piedra, un día alojamiento de pescadores, convertidos hoy
en tiendas y restaurantes que invitan a sentarse y deleitarse con un
sabroso pescado.
Nuestro último día lo dedicamos a la playa, y escogimos una muy
conocida , la de Nigrán. Un lugar encantador, a pesar de lo
abarrotada que estaba. Era el único lugar de nuestro recorrido que
sí conocía Nieves, y no quiso que me fuera de Galicia sin pasar por
allí y disfrutar de una deliciosa comida marinera que compartimos
con su família.
Desde allí nos trasladaríamos a Pousa, su pueblo, en la provincia de Orense. Allí se encuentran los bellísimos paisajes en donde se rodó la película «La lengua de las mariposas», el río de aguas transparentes en dónde Nieves se baña todos los veranos.
Desde allí nos trasladaríamos a Pousa, su pueblo, en la provincia de Orense. Allí se encuentran los bellísimos paisajes en donde se rodó la película «La lengua de las mariposas», el río de aguas transparentes en dónde Nieves se baña todos los veranos.
Y de camino a Vigo, en dónde debía
tomar mi avión, paramos en la Vila de Allariz, otra joya de Galicia
que no debería perderse nadie. Además coincidimos con el día de
mercado, y con las pulpeiras, que se pasan la mañana cocinando y
sirviendo el famoso «polvo de feira».
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