divendres, 19 de novembre del 2010

Australia 2010: Tasmania (3)

Hacia el sur de Tasmania


Érase una vez una isla lejana y aislada del mundo. Un remanso de paz en el que parecía que nunca ocurría nada. Los jóvenes se iban de allí tan pronto como podían. Merlbourne o Sydney les ofrecían muchas más posibilidades. De la misma manera, jubilados de todo el continente la elegían para pasar sus últimos años de vida.



De golpe este pedazo de tierra se convirtió en el centro del mundo.
Y que tenía Tasmania, muchos se preguntaban.

¿Unos paisajes indómitos?
¿Unos bosques prístinos?
¿Unas playas de ensueño?
¿Una flora y fauna peculiar y única?

¿Es el frescor de su clima?
¿No será el encanto de sus gentes? Tranquilas, relajadas, acogedoras.
¿O el sabor de su cerveza…?

¿Cuál es el secreto?
Muchos se preguntaba.


… pues mi secreto han sido Sonia y Matthew, unos amigos encantadores con los que he descubierto Hobart y sus alrededores. Juntos, en su coche, una auténtica pieza de museo, recorrimos la península de Tasman, vimos como alimentaban a los Demonios de Tasmania, uno de sus símbolos, contemplamos caprichosas maravillas naturales y paseamos tranquilamente por la bucólica ciudad de Richmond.

 
 Hobart


Tasman Arch
Richmond


Tomamos un ferry y cruzamos hasta la semidesierta isla de Bruni. La atrevasamos de norte a sur. Plantamos la tienda en "South Bruny National Park", y, a pesar de la lluvia, encendimos un fuego que nos calentó e iluminó la cena.






Y también visitamos Bicheno, un pequeño pueblo en la costa este. Nos escondimos entre los matorrales y pudimos ver como llegaban a tierra los pingüinos que pasan la noche allí. Es un espectáculo inolvidable que puede verse cada día tan pronto como se pone el sol.


Volvimos a plantar la tienda, esta vez en el solitario Parque Natural de Douglas-Apsley. Y por la mañana nos acercamos hasta el Parque Natural de Freycinet, para caminar casi 6 horas por unas playas y bahías de ensueño.


Wineglass Bay


Y dos días antes de dejar la isla, nos acercamos hasta el Parque Natural de Mt. Field. Por el camino paramos al lado de un río y tuvimos la gran suerte de ver algunos ornitorrincos nadando en sus limpias aguas. Un paseo de tres horas nos permitió disfrutar de un bosque de hadas, cataratas y algunos de los árboles más grandes de Australia.




Sin duda alguna, Tasmania no es el lugar más divertido del mundo, ni el más animado, pero es un paraíso para aquellos que aman la naturaleza. Hay una infinidad de lugares para visitar. Y si uno se da tiempo, las pequeñas y poco pobladas ciudades de la isla también pueden deparar muchas sorpresas agradables…

Yo, además, tuve la suerte de contar con unos buenos amigos. Y cuando uno comparte su tiempo con aquellos a quienes quiere, el lugar poco importa, la diversión está asegurada, y las vivencias son inolvidables.

Gracias Sonia y Matthew por hacer inolvidable mi paso por Tasmania. ¡¡Disfrútenla mucho, ustedes que todavía pueden…!!


 
 Ornitorrinco
Una visión efímera pero inolvidable

2 comentaris:

  1. Qué pasada!!! Las fotos son preciosas! Una experiencia enriquecedora más que añadir a tu currículum vivencial. Un besito!
    Rosa M

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  2. Hola Quino,

    que tal soc la Núria, he donat un cop d'ull al teu blog i es super interessant, m'agrada molt com ho expliques. Disfruta dels dies que et queden i espero veure't per Barcelona,

    Una abraçada,

    Núria

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