Tras seis semanas en Sri Lanka, tomé un avión de Air Asia a Kuala
Lumpur. Mi próximo destino era Indonesia, pero decidí pasar por la capital de
Malasia para visitar algunos amigos. Zahim, uno de ellos, tiene una casa en
Bali y decidimos viajar juntos hasta allí. Una manera fantástica de entrar en
este inmenso país, de la mano de alguien que lo conoce bastante bien.
Kuala Lumpur
Mercado Nocturno
INDONESIA
Bali
Alerta Navegantes!
Bali es una isla grande, muy grande. No se porqué, quizá porque la
comparaba con las otras islas de Indonesia, siempre pensé que era una isla
pequeña. Pero no, es enorme y uno necesita bastante tiempo para recorrerla.
Tristemente, no tiene un sistema de trasporte público fiable que lo lleve a uno
de un lugar a otro de la isla. Sus políticos no apostaron nunca por un sistema
de transporte público, ni buses ni tranvía. Casi todo el mundo tiene una moto,
el medio de transporte más utilizado.
Por eso la mayoría de turistas alquilan una moto o un coche, que les
permite acceder a todos y cada uno de sus rincones. Los que no llevan el carné
de conducir internacional se pasan el día dándole una propina a los policías
que los paran, a cambio de no ir a comisaría… La alternativa, si uno no quiere
conducir, es el taxi, que es caro para el nivel de vida de aquí, pero barato si
se compara con Europa. Caminar no se contempla y quizá por eso abundan las
calles sin aceras, sin arcén, sin pasos de cebra. A penas se ve a nadie a pie.
El calor puede ser una explicación también…
Pero el tráfico es terrible y uno se pasa horas para cruzar de un lugar
a otro de la isla. Una pesadilla que afea bastante la estancia idílica que uno
espera de Bali.
El Bali de los autóctonos
El aeropuerto de Dempasar, la capital, es la puerta de entrada para la
mayoría de turistas que llegan a Bali, aunque bien pocos se quedan ahí. Pronto
se trasladan a Kuta, Sanur, Seminyak, o cualquiera de los lugares cercanos a
las playas, principal razón por la que se elige este destino. Esta ciudad es un
laberinto de calles estrechas, de altos muros, a veces muy feos, que ocultan, en
ocasiones, bellísimas casas y jardines tropicales. Es como una colmena abarrotada
de celdas en donde vive una inmensidad de gente. Un lugar sin demasiado
atractivo turístico, aunque una oportunidad para codearse con la gente
autóctona.
Dempasar es una ciudad abarrotada de restaurantes, bares, galerías
comerciales, pero ningún turista. Uno puede comer muy bien por menos de un euro
en los muchos locales familiares que hay a pie de calle. En restaurantes más
modernos y sofisticados el precio se dispara a los 7 u 8 euros. En las zonas
más turísticas puede fácilmente duplicarse o triplicarse.
Alojarse aquí puede ser muy económico. Yo me hospedé en un pequeño albergue familiar, Szabrian Hostel que
costaba 3 euros la noche, 4 si se quería el desayuno y 5 si se pedía una
toalla. Muy cerca había un buen número de hoteles con habitaciones individuales
con baño por unos 15 euros.
Es un placer perderse por las callejuelas de Dempasar. Un entramado de
calles estrechas que queda al margen del tráfico de las avenidas principales. Un
oasis de calma, que en ocasiones puede llegar a asustar. Las calles, con las
cloacas abiertas al aire libre y altos muros que lo aíslan a uno, no son muy
bonitas. A veces desaparece el asfalto y uno se ve caminando junto a un río e
incluso se topa con un pequeño lago en el que pescan los vecinos. Algún campo
de arroz que se ha salvado de la construcción masiva le hace sentir a uno que
está en el campo, pero no, estás en medio de la ciudad.
Curiosamente, si uno se fija con detenimiento, detrás de esos muros, a
menudo hay casas increíbles, enormes, bellísimas, y en sus garajes aparcan muy
buenos coches y motos. En Dempasar hay gente con dinero y tengo la impresión
que se vive muy bien. Por supuesto, también se ven otras calles con casas mucho
más sencillas y ambientes menos favorecidos. Pero sea en donde sea, no faltan
las ofrendas que cada día se colocan delicadamente delante de cada casa o
comercio. Todo un ritual que se repite cada día, y que consiste en colocar una
pequeña cestita con flores y algún alimento, sobre la que se vierte unas gotas
de agua e incienso.
Pero yo no descubrí Dempasar hasta un mes después de mi llegada, cuando
agotada la visa tuve que acercarme a la oficina de inmigración para solicitar
30 días más de permiso. A la entrada al país sólo se conceden 30 días y luego
uno está obligado a solicitar un máximo de 30 más. Como el trámite no es
sencillo y lleva unos 10 días, decidí instalarme en el centro, cerca de
Inmigración y ahorrar así dinero en taxis. Y fue todo un descubrimiento.
Como renovar el visado
Había leído en todos los blogs consultados que si no se iba antes de
las 12 del mediodía no valía la pena acercarse a la oficina de inmigración, ya
que no le dejarían a uno hacer ningún trámite. Consulté la web oficial y vi que
el horario era de 8 a
16, así que me presenté cuando pude, a las 13:30, y no tuve ningún problema
para tramitarlo. El trámite es fácil. Hay que alojarse cerca de la oficina a la
que se desea acudir, pues depende de la dirección que se da se asigna una u
otra oficina de inmigración. Los que lo atienden a uno hablan inglés. Basta con
llevar fotocopias del pasaporte y el visado, el original y un billete de salida
del país. Te convocan unos días después para hacerte una foto, tomarte las
huellas digitales y cobrarte las 350.000 Rupias (30 euros) que cuesta el visado. Unos 5 días
después ya puedes recoger el pasaporte.
El Bali de los turistas
Bali tiene muchas caras, como tantos otros lugares. Los balineses son un pueblo sofisticado y elegante, y eso se ve en su forma de vestir o en sus rituales religiosos. Y quizá también en sus espectaculares hoteles, vilas, restaurantes y cafés. Bali también es lujo y sofisticación, que atrae gente con mucho dinero, y trabajadores que se gastan sus ahorros en unos días en el paraíso. Como destino de playa quizá no lo hubiera elegido jamás, pero se dio el caso que llegué al país acompañando a unos amigos y me tocó conocer de cerca la cara más amable y ostentosa de la isla. Cuesta muy poco acostumbrarse al lujo y a la comodidad.
La isla de Bali es, sin duda, uno de los destinos turísticos más conocidos del mundo. La puerta por la que entran la mayoría de turistas a Indonesia. Muchos no van más allá, tienen suficiente con las playas, los templos, los volcanes, las terrazas de arroz y los restaurantes y hoteles de ensueño. Su clima, sus paisajes y sus gentes, especialmente amables y acogedoras, explican el éxito de este singular lugar.
Zahim y yo aterrizamos en Dempasar, la capital, y nos trasladamos a
la zona de Sanur, uno de los primeros enclaves turísticos creados en la isla.
Hoteles, cafés, restaurantes, tiendas y una linda playa salpicada de acogedoras
terrazas y que se puede recorrer por un paseo fresco y agradable que permite el
paso de peatones y bicicletas.
En Bali hay hoteles para todos los presupuestos. Por eso es un destino
que atrae a tantos mochileros, que se concentran sobretodo en la económica zona
de Kuta. Los precios son mucho más caros que en otras islas de Indonesia, pero
aún así resultan muy económicos. Por menos de 25 euros la noche uno puede
hospedarse en una maravilla de hotel, con un desayuno increíble, en un entorno
idílico, como el Kayu Sugih Guesthouse, en el que nos hospedamos nosotros. Es
cuestión de buscar un poco.
Al día siguiente alquilamos un coche y nos trasladamos a una de las
joyas de la isla, Ubud, una localidad rodeada de bellísimos campos de arroz, en
el interior de la isla. Es cierto que el turismo ha provocado la desaparición
de un gran número de ellos, reemplazados por hoteles y restaurantes, pero la
zona todavía conserva un encanto especial.
Aquí nos hospedamos en Villa Beji Indah, el hotel de un amigo de Zahim,
un proyecto que destina los beneficios a “Bali peduli”, una ONG que trabaja
para las personas afectadas por el HIV. Un lugar único, espectacular, auténtico
lujo asiático, en un entorno de ensueño. Nuestra visita coincidió con una reunión
de los miembros de esta entidad, que concluyó con una deliciosa cena, a la que
fuimos invitados, en su restaurante de película.
La cosa no podía empezar mejor. Pero las sorpresas no paran de llegar
cuando uno se pasea por esta isla. Cerca de Vila Beji Indah se encuentra otro
espectacular hotel, Bambu Indah, construido enteramente con bambú, y que
alberga un delicioso restaurante al que nos acercamos a comer. Acabamos la
tarde en un mirador espectacular con vistas a un profundo valle de frondosa
selva.
Y por la noche, como no, un típico espectáculo de danzas tradicionales
de Bali, absolutamente recomendable, “Legong Trance and Paradise Dace”. Para la
cena elegimos el “Barcelona”, un restaurante de tapas delicioso que ostenta un
joven catalán asentado en la isla.
Tras Ubud llegó el momento de trasladarse a la cercana isla de
Lembongan, en donde se encuentra la casa de Zahim. “Escape” es una villa al
lado de Sandy Beach, que tienen alquilada la mayor parte del año y que reservó
para nosotros estos días. Otro lugar de ensueño en el que uno se olvida del
mundo y se dedica a gozar de la tranquilidad y relax que transmite el entorno.
Comimos en el restaurante del hotel d’Byas dream beach club, con unas
vistas espectaculares a una preciosa playa de arena blanca. Cenamos en el
fascinante restaurante de bambú del “Hai Tide Beach Resort” un lujosísimo hotel
en Mushroom beach. Cruzamos en moto a la vecina y tranquila isla de Nusa
Ceningan, unida por un puente a Lembongan. Y finalmente paseamos por los
acantilados de Sandy Beach desde los que se disfruta de una romántica puesta de
sol.
De regreso a la isla principal de Bali, nos trasladamos a la zona de
Seminyak, otro turístico enclave en la costa oeste, lleno de tiendas,
restaurantes y hoteles. Ahí viven otros amigos de Zahim, que nos alojaron en su
casa. Valentina es arquitecta, y como no podía ser de otro modo, su casa también es
de revista. Nada más llegar nos sentamos en el jardín y disfrutamos de una
preciosa puesta de sol..
Mis amigos regresaron a Kuala Lumpur y fue el momento de empezar a explorar la isla a mi aire. No podía imaginar que me quedaban tantas cosas por ver.
En el próximo blog encontraréis algunos de los lugares que uno no debe perderse si viaja a Bali:
Mis amigos regresaron a Kuala Lumpur y fue el momento de empezar a explorar la isla a mi aire. No podía imaginar que me quedaban tantas cosas por ver.
En el próximo blog encontraréis algunos de los lugares que uno no debe perderse si viaja a Bali:
Uluwatu
Tanah Lot
Mount Batur
Monkey Forest (Ubud)
Tegalalang
Goa Gajah
Gunnung Kawi
Tirtha Empul
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