dijous, 13 de juny del 2013

Polinesia Francesa

IA ORANA



La colonización del Pacífico por parte de las potencias europeas y la enfermiza obsesión evangelizadora de las diferentes confesiones cristianas, casi consiguieron destruir algunas de las culturas más peculiares del planeta. El aislamiento en el que vivían sus habitantes, a miles de quilómetros de cualquier continente, había dado lugar a una sociedad libre de casi todos los tabúes que tanto daño han causado en otras latitudes. La sexualidad, por ejemplo, se vivía con absoluta normalidad. A pesar del esfuerzo por parte de los colonizadores europeos por someterlos a los mismos corsés morales, parece que estos pueblos han sabido esquivar con bastante éxito esas tendencias antinaturales. Quizá por eso los pueblos polinesios se caracterizan por su alegría, cordialidad y ganas de vivir. Y aunque podría hablar, y mucho, de todo el daño que han causado los occidentales a esta parte del mundo, me voy a limitar a hablar de las bondades que todavía encuentra el viajero que se atreve a adentrarse en este lejano mundo.

La Polinesia Francesa

Mapa comparativo de la extensión de las islas de la Polinesia Francesa

120 islas y 56 atolones, repartidos en 5 archipiélagos, perdidos en medio del Pacífico, forman lo que se conoce como Polinesia Francesa. Unas 260.000 personas cuyas vidas son dirigidas desde Francia, una potencia que se encuentra a 18.000 km de distancia. Las más conocidas, Tahití, Moorea o Bora Bora, se encuentran en el Archipiélago de las Islas Sociedad. Pero hay muchas más, algunas a 4 horas de vuelo desde la capital Tahití. Lejanas y todavía muy aisladas, han sabido conservar un estilo de vida propio y auténtico.

Tahiti


La principal isla de la Polinesia Francesa, con poco más de 2.000 km2, acoge la capital, Papeete, el único aeropueto internacional y casi la mitad de la población. Las paradisíacas imágenes que todos tienen de Tahití, hay que ir a buscarlas, no obstante, a las otras islas vecinas. Eso no quiere decir que la isla carezca de encanto. Grande como es, tiene muchos lugares interesantes para visitar.






La Polinesia no es un destino escogido por mochieros. De hecho se ven muy pocos, y normalmente pasando unos pocos días de camino a Asia, a Estados Unidos, o América del Sur. Y se entiende, pues su fama de cara es real. Aunque junto a los lujosísimos hoteles de bungalós encima del agua, también se encuentra alojamiento más sencillos y económicos. Yo decidí probar con “Couchsurfing”, y tuve la suerte de ser acogido por Dominique, una mujer francesa que emigró a estas islas hace más de 20 años. Con ella recorrí la isla, tuve la posibilidad de entrar en las casas de sus habitantes y conocer a amigos y familiares.





 Manifestación en contra de la multinacional Monsanto

 Pupu Tuhaa Pae, grupo vencedor del Festival Hiva 2012
Preparándose para el Hiva 2013

Pero el verdadero encanto de la Polinesia hay que buscarlo en las islas que rodean a Tahití, y por eso no tardé en subirme a un ferry y marcharme a Moorea, la isla más cercana, a 17 km.

Bienvenidos al Paraíso


























Moorea es el paraíso mismo. Una isla de 132 km2, con unos 15.000 habitantes, que viven junto al mar, en sencillas casas, normalmente de madera, rodeadas de una exhuberante vegetación tropical. Y en este paraíso todos encuentran un lugar adaptado a sus posiblidades, desde los lujosos hoteles de bungalós encima del agua a campings y económicas pensiones, igualmente acogedoras y al lado mismo de bellísimas playas. 

 Playa del Camping Nelson





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