El Fiji turístico, de las playas paradisíacas,
el submarinismo y la diversión, está bien…
Pero existe otro Fiji más auténtico al
que llegan muy pocos turistas…
El otro Fiji
Dicen los locales, que uno no ha estado en
Fiji si no ha visitado Levuka, la antigua capital. Decidido a conocerla viajé
hasta Suva, la actual capital, y tomé un bus que parte todos los días a la 1
del mediodía. Un par de horas después llegábamos a Natovi Landing, en donde
esperamos la llegada del ferry que nos llevaría hasta la isla de Ovalau.
Cuando uno llega a Ovalau ya empieza a
anochecer. Una larga y estrecha carretera sin asfaltar cruza toda la isla, desde el embarcadero en donde llega el ferry, hasta Levuka. Era un día gris i
lluvioso. Yo, el único turista a bordo. El resto de pasajeros, locales, fueron bajándose a lo largo del camino, delante de sus casas o en pequeñísimas
aldeas.
La densa vegetación en aquellas horas del
atardecer le dan un aire tétrico a la isla.
Las enormes cabañas de palma (bures), con el “balambala” que las decora por
delante y por detrás, me recuerdan las historias que he leído sobre tribus
violentas, guerreras y caníbales con las que se encontraron los primeros
exploradores.
Es plena noche cuando el bus alcanza Lebuka, y
ya solo quedamos dos pasajeros a bordo. No había reservado alojamiento, pero
por la cantidad de turistas con los que había llegado estaba seguro que no
tendría problema para encontrarlo. Al lado mismo de la parada del bus se
encuentra un “bed & breakfast”, en donde me ofrecieron una cómoda
habitación con desayuno por menos de 9 euros. Era el único cliente.
A pesar de la oscuridad, sólo eran las 7 de la
tarde. Salí a pasear y enseguida encontré un restaurante muy acogedor, “El cuento
de la ballena”, que servía comida
tradicional. Un delicioso pescado con crema de coco, espinacas con berenjenas
locales y pastel de kassava, me repusieron después del largo viaje.
La antigua capital
Levuka se convirtió en la capital de Fiji en
1874, cuando este país fue declarado colonia británica y cedido a la Reina de
Inglaterra. La escasa dimensión de la isla en la que se encuentra, obligó a
desplazar la capital a Suva, en el año 1882. A pesar de los huracanes que han arrasado
la isla, Levuka todavía conserva la mayoría de sus edificios coloniales.
Es una ciudad curiosa, que recuerda un pequeño
pueblo del oeste norteamericano. Como en las otras pequeñas aldeas de la isla,
la vida transcurre plácidamente, sin prisas, sin estrés.