Singapur
Siempre es un placer llegar a un lugar en donde se respira una
tranquilidad absoluta. Un lugar en el que todo resulta extremadamente fácil. Un
sistema de transporte moderno que te lleva de modo barato y rápido del
aeropuerto al centro, y luego a cualquier lugar de interés. Un país lleno de
restaurantes deliciosos en los que se puede degustar la comida más diversa,
india, china, malé, coreana, japonesa, u occidental. No perderse una comida en el "Tim Ho Wan" en Orchad Road, un restaurante barato pero con una estrella Michellin. Una ciudad repleta de
lugares interesantes, bonitos museos, bellísimos edificios coloniales, parques
exuberantes, edificios del futuro y acogedores cafés.
Hacía muchos años que no visitaba Singapur. Me sorprendió la primera
vez y ha vuelto a hacerlo en esta ocasión. Mi visa de Indonesia caducaba unos
días antes de que mi amiga Nieves llegara a este país, así que no dudé en volar
hasta allí y recorrer de nuevo esta ciudad sobre la que tenía tan buenos
recuerdos.
Llego, como es mi costumbre, sin haber reservado nada. Prefiero ver y
elegir. Pero mi visita coincide con un evento internacional, una competición de
corales de varios países, y casi todos los albergues están llenos. Después de
dar unas cuantas vueltas por el barrio de Little India, acabo alojándome en una
pensión de inmigrantes, no se si de Bangladesh, India o Pakistan. Muy buena
gente, pero el lugar es un poco sofocante y al día siguiente me mudo a un
albergue más convencional, Foot Prints backpackers hostel. Allí conozco a media
coral de Filipinas, una gente encantadora.
Poco después viene a recogerme al albergue Alvin, un amigo de Singapur
al que conocí en Lombok, en Indonesia. Primero me llevará a comer, a uno de
esos lugares llenos de restaurantes diferentes que tanto me gustan. Dejo que el
escoja la comida. Se que cualquier cosa será deliciosa. Después me paseará por
el centro, la “Nacional Gallery”, la Catedral de Sant Andrews, en donde
pararemos a tomar un café y un pastelito, y acabaremos presenciando la
actuación de una coral de Sudáfrica, que nos deja alucinados con sus cantos y
bailes tribales.
La ciudad de Singapur no es demasiado grande, y se puede recorrer
perfectamente a pie. Eso es lo que haré en mi segundo día. Caminaré hacia el
centro, en donde se encuentran los principales edificios coloniales, que no
debe perderse nadie que visite este país. Iglesias de diferentes confesiones,
The Chijmes, un antiguo complejo religioso, con orfanato incluido, hoy
convertido en lujoso centro de tiendas y restaurantes, el Hotel Raffles, la
joya de la corona, en donde vale la pena degustar un High Tea en su ostentoso
restaurante, al que solo se puede acceder adecuadamente vestido.
Otro de los puntos de interés de la ciudad, también accesible a pie, es Chinatown. Los tradicionales edificios multicolor, un montón de restaurantes en donde puede degustarse la extensa cocina china, y un par de templos impresionantes, el de Sri Mariamman, hindú, y el Templo del Diente de Buda, budista, justifican plenamente su visita.
Desde Chinatown camino hacia el río, otra de las atracciones de
Singapore, con edificios tan emblemáticos como el Fullerton Hotel, el Victoria
Concert Hall, la Esplanade, el famoso león de Merlion Park, y como no, las
impresionantes vistas de Marina Bay y el Art Science Museum. Camino hacia la "Fountain of Wealth" y ceno en el “food court” que la rodea. Como siempre, me
cuesta elegir el menú. Hay tanta variedad de comidas, y todas tan apetitosas…
Al día siguiente, y mientras espero que llegue mi amiga Nieves,
aprovecho para visitar el barrio árabe, un lugar repleto de restaurantes turcos y libaneses. Tras la comida me subo al
metro y visito la isla de Sentosa, un gran parque temático, lleno de
atracciones de lo más variado, y en donde se encuentran las playas de Singapur.
Hace un calor tremendo, pero lo tienen todo pensado y el metro
conecta con un gran centro comercial, desde donde sale un mono-raíl que te
lleva hasta el parque. Siempre fresquito. Una de las atracciones de la isla es
el Parque Universal Studios, que sin duda atrae muchos turistas.
Finalmente, uno no puede irse de Singapur sin subir al Sky park y asistir
al espectáculo de luz y sonido que se hace todas las noches en el Gardens by
the Bay. O, si uno se queda con ganas de más, el del lago del Marina Bay. Y si
aún se dispone de tiempo, también es muy recomendable el Jardín Botánico, uno
de los más bonitos que he visitado, Patrimonio de la UNESCO, y que contiene un
jardín de orquídeas absolutamente increíble.
A la vuelta de nuestro viaje por Sumatra, Nieves y yo regresamos a Singapur, ciudad desde la que volaba de nuevo a Madrid. Lo hicimos justo el día en que se celebraba el 52 aniversario de la creación de este pequeño país. Singapur y yo nacimos el mismo año, 1965, y curiosamente, la flor nacional de este país es una orquídea llamada Vanda Miss Joaquim, como yo… Aquella última noche, disfrutamos el espectáculo de fuegos artificiales que se celebró delante de Marina Bay para conmemorar tan señalada fecha.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada