Sri Lanka
El país de la sonrisa
Si una palabra define Sri Lanka esa es SONRISA. La Sonrisa que se
dibuja en todas sus gentes siempre que uno los mira y sonríe. No les supone
ningún esfuerzo. Natural e inherente a su carácter afable y respetuoso. Uno se
siente como en casa desde el primer día.
La isla prodigiosa
Mi primer contacto con Sri Lanka es la ciudad de Colombo, puerta de
entrada para la mayoría de personas que llegan al país. Lo primero que me
sorprende son los olores y esencias que me llegan de todas partes. La palabra
“ecológico” o “biológico” aparece por
doquier. Abundan las tiendas con productos 100% naturales, se ofrecen
tratamientos ayurvédicos, masajes, baños de hierbas. Y en los hoteles en que me
alojo se respira un aire Om, que invita al relax, la meditación y el yoga.
Pronto descubro que algunos restaurantes riegan la entrada de sus locales con agua
perfumada con flores. Y las barritas de incienso se consumen por todos los
rincones.
Y todavía no he visto nada. El país me espera con un montón de sorpresas.
Playas doradas, selvas que ocultan elefantes y leopardos, agrestes montañas
cubiertas de te y ocultas tras la niebla. Trenes de ensueño que recorren
paisajes idílicos, cascadas, monumentos milenarios y una comida excelente.
Bienvenidos al paraíso.
Muchos turistas a penas pasan una noche en Colombo, y a menudo porque
su vuelo llega demasiado tarde como para trasladarse a otro lugar. Sin embargo,
Colombo es una ciudad llena de sorpresas, que alberga algunos rincones
preciosos. Barrios como el de la Universidad, en Colombo 3, son idílicos, con
calles cubiertas de árboles gigantes y enormes jardines que ocultan mansiones
fabulosas.
Por supuesto también tiene sus monumentos imprescindibles, como el Antiguo Hospital Holandés, de aire colonial, la Torre del Reloj, Central Point,
el edificio Lloyd's, o el de los antiguos almacenes Cargills, el Gran Hotel
Oriental y la Iglesia de San Pedro, todos ellos en la zona del antiguo Fuerte
amurallado construido por los holandeses.
Fuera no hay que perderse el Templo de Gangaramaya, al lado del bellísimo
Lago South Beira, con su bucólica islita
para enamorados y un templo ideal para meditar. En la orilla derecha se encuentra
un pequeño café restaurante “Life Food” que vale la pena probar. Sus zumos y
sus platos son, además de biológicos y super sanos, buenísimos.
Desde Colombo inicié mi viaje hacia el sur del país. Según la guía, hay
muchos lugares preciosos en dónde detenerse. Había que elegir alguno, y empecé
por la localidad costera de Hikkaduwa, a dónde llegué en un tren abarrotado de
gente y de aventuras: vendedores de todo tipo de productos que van recorriendo
el tren y hasta un fakir que recogió un buen dinero después de introducirse dos
largas espadas por la boca…
El Sur
La costa oeste de Sri Lanka fue también muy castigada por el tsunami
del 26 de diciembre de 2004, que asoló Asia y que se llevó por delante la vida
de 300.000 personas, 50.000 de las cuales, en Sri Lanka. En Hikkaduwa se vivió
un hecho terrible, al llevarse por delante un tren abarrotado de familias que
aprovechaban el fin de semana para ir a la playa. Murieron 1.200 personas,
provocando así la peor tragedia ferroviaria de la historia mundial. Un museo,
en ese mismo lugar, recuerda los hechos acontecidos con una enorme exposición
de fotografías.
Hoy vuelve a construirse en primera línea de mar, a pesar de que se
dictó una ley para evitarlo. Una familia con la que conversé del tema me explicó
que habían pensado mudarse al interior, pero después de saber que no
volverá a ocurrir, decidieron rehacer la
casa en el mismo lugar. Según ellos, todo sucedió por una explosión submarina
provocada por los norteamericanos. Unas pruebas de las que yo nunca había oído
hablar, pero que parece que tranquilizan muchísimo a las gentes de por aquí…
A poca distancia de Hikkaduwa se encuentra la joya de la corona, la
bellísima ciudad amurallada de Galle, construida desde 1663 por los holandeses.
Este monumento, Patrimonio Mundial por
la UNESCO, se salvó del tsunami gracias a sus impresionantes murallas, que
resistieron la embestida de la naturaleza.
Sin duda alguna, lo mejor es hospedarse dentro de las murallas. Existen
un buen número de hoteles y restaurantes bellísimos. Antiguos edificios
coloniales muy bien restaurados, elegantes y acogedores. Pero no es una
atracción para turistas. La vida fluye por todas sus calles, las parejas de
enamorados encuentran su rincón en los recodos de la muralla, los colegiales se amontonan en la zona del
faro al atardecer para ver la puesta de sol, y los vecinos se acercan a los
diferentes edificios oficiales para arreglar sus asuntos cotidianos.
Los mochileros también disponen de lugares económicos y acogedores, como
el Hotel de los Peregrinos, en donde me hospedé yo, por la módica cantidad de 8
euros, con un desayuno fabuloso. Al lado mismo un templo budista ocupa lo que
antaño fue un monasterio, eso sí, dotado hoy de una gran buda y una gran stupa. Los cinco monjes que lo ocupan son de lo más agradable, tanto que me
invitaron a comer con ellos. Todo un placer.
Unawatuna
A 15 minutos de Galle se encuentra la que había sido una de las playas
más famosas de Sri Lanka. El afán de negocio la había ocultado del todo tras
una pared de hoteles y restaurantes. Las guías que en otro tiempo la pusieron
de moda, ahora convencen a la mayoría de turistas de no acercarse. A mi me
habían contado que el gobierno había tomado partido y obligado a derribar un
buen puñado de edificaciones. El resultado salta a la vista y la verdad es que
no me desagradó.
Eso sí, la mejor playa se encuentra tras un agradable paseo de dos quilómetros
a través de la jungla. Solitaria, sin una sola edificación que estropee el
paisaje, “Jungle Beach” es el lugar perfecto para pasar el dia.
Otro de los destinos más turísticos siguiendo la costa sur, es Mirissa.
Otra enorme media luna de arena dorada, rodeada de hoteles y restaurantes,
aunque bien integrados entre palmeras y vegetación tropical. El paraíso de los
amantes del sol y la playa.
Y de nuevo, a unos 20 minutos caminando, y tras cruzar una loma de
selva, se encuentra otra maravilla ineludible, “Secret Beach”. Muy pocos se
acercan, y no saben lo que se pierden. Bella y con una temperatura muy
agradable.
Pero una de las razones que atrae a la mayoría de turistas a Mirissa son las excursiones para ver ballenas. Se sale a eso de las 7 de la mañana, se desayuna a bordo y tras surcar el mar en busca de los mamíferos gigantes, que siempre aparecen, se regresa a eso de las 12 del mediodía.
Por la tarde recomendaría tomar un bus hasta la vecina Mátara, otra de
esas grandes poblaciones que las guías recomiendan dejar de lado. Y es que,
justo al lado de la estación de buses, se encuentra un interesante templo
budista, construido en una pequeña isla; una muralla construida por los
holandeses en el S. XVIII junto a diversos edificios coloniales, y el “Star
Fort”, otra fortaleza construida para defender mejor la primera, y que recibe
su nombre por la forma de estrella en que fue construida.
Son muchos los Parques Naturales de Sri Lanka, en donde el visitante
puede toparse con un buen número de animales salvajes. Los más famosos, los
leopardos, elefantes, búfalos, osos perezosos, chacales, mangostas, cocodrilos
y una infinidad de aves. De entre todos los posibles, elegí el que pasa por ser
uno de los más famosos y al que se compara con los mejores parques de África. El
Parque Nacional de Yala.
Existen dos poblaciones desde las que se accede con facilidad al
parque, Kattaragama y Tissamaharama. Yo elegí la más cercana, aunque,
curiosamente, la menos escogida por los turistas. En el fantástico y aislado
“lodge” en el que me alojé, no había nadie más, por lo que me vi obligado a alquilar
el 4x4 con su respectivo chofer, para mí solo.
Kattaragama es además el más sagrado de los pueblos de Sri Lanka, para
budistas, musulmanes e hindúes. Junto con el Pico de Adán es el otro lugar de
peregrinación más importante, y por eso no quise perderme el conjunto de
templos que atraen a tantos feligreses.
Tras el Safari, y con la intención de dirigirme ya hacía las tierras
altas del interior, tomé un bus hasta Tissamaharama. Aproveché la tarde para
visitar la famosa Dagota de Tissa, del 200 a .C. la estupa de Yatala
Huera, de 2.300 años de antigüedad, y pasear, como un vecino más, por el lago
de Tissa Wewa, disfrutando de unas vistas espectaculares.
Recomendaciones:
Cambio dinero: en determinadas joyerías dan el mejor cambio y sin comisiones. Algunos bancos cobran comisión, otros no.
Cambio dinero: en determinadas joyerías dan el mejor cambio y sin comisiones. Algunos bancos cobran comisión, otros no.
Alojamiento en Colombo
Backpack Lanka: hostels desde 11 euros
Backpack Lanka: hostels desde 11 euros
Moss Colombo Bauddhaloka Mawatha
160/2 18 euros con desayuno
Drift BNB Colombo 646 Galle
Road, Colombo 3 15 euros con desayuno
Restaurantes y cafés en Colombo
Queens Café
Gallery Cafe
Quino! Un placer saber que andas por Sri Lanka. Un país espectacular y de una calidad humana insuperable. Silvia y yo guardamos muy buenos recuerdos de nuestra visita. Disfruta de todo lo que te queda por delante.
ResponEliminaQuino!!! Voy a Sri Lanka en unos meses y he disfrutado un montón leyéndote...Qué bueno saberte bien y tan viajero como siempre! Un abrazo fuerte!!! A ver si conseguimos coincidir otra vez en algún sitio del mundo. Un beso!
ResponEliminaQue país y que fotos! Me encanta la del grupo que se hacen un selfie y la siguiente, con dos parejas de diversa índole. Un placer tu blog!
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