Camino de Luang Prabang
Las pequeñas embarcaciones que navegan por el río Nam Oa no parten de Luang Khua hasta que consiguen un número suficiente de pasajeros que amorticen el viaje. A las 7.30 de la mañana solo éramos 3, así que quedamos en volver a las 9. Es temporada baja y no hay turistas en la zona. Esperamos todavía una hora más, pero a las 10, viendo que no se añadía más gente, optamos por pagar la diferencia.
Tras cinco horas de viaje, llegamos a Luang Ngoi Neua. A esas horas ya no había botes hacía Nong Khiaw, así que pasamos la noche en esta tranquilísima aldea. Por 3euros me instalé en un bungalow con vistas al río, porche y hamaca. Que más podía pedir? El lugar era idílico. Río, bungaloes para turistas, y tras las casas, alineadas a lo largo de una única calle, empezaba la selva, espesa y misteriosa. Una tormenta espectacular animó toda la noche, y los relámpagos, que no cesaban, ponían la luz que la aldea no tenía.
Situada a 700 metros sobre el nivel del mar, en la confluencia del río Khan y el río Mekong, se encuentra Luang Prabang, una de las joyas de Laos, Patrimonio Mundial por la UNESCO. Es una ciudad pequeña, con mucho encanto, que apetece recorrer a pie, repleta de monasterios, en los que viven una infinidad de monjes y preciosas casas coloniales, convertidas hoy en hoteles muy acogedores y apetitosos restaurantes.
La que una vez fuera capital del reino de Lan Xang y residencia preferida de sucesivos monarcas, conserva, hoy convertido en museo, el Palacio en donde vivió la familia real de Laos hasta 1975, año en que los comunistas obligaron al rey a abdicar. Parece ser que el rey y su familia acabaron en los campos de trabajo del régimen, enn donde no resistieron demasiado…
Y semejante joya, no podía encontrarse en un entorno más acogedor. Los alrededores de la ciudad, lugares de una gran belleza, como las cataratas de Kuang Si, con innumerables piscinas naturales de limpias aguas de color turquesa, son también una visita obligada.
La música y el baile tradicional de Laos son un reflejo de la forma relajada y tranquila como viven las gentes de este país. Los suaves movimientos de pies y caderas se combinan con un delicado juego de manos, mientras todas las parejas van girando alrededor de la pista.
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