Sí, Rumania es mucho más que Drácula. Un país lleno de lugares preciosos que vale la pena visitar, según aquellos que lo conocen bien. Yo no disponía de mucho tiempo y elegí aquel destino por el que siempre había soñado poner los pies en este pedazo de Europa, Transilvania.
Tras
aterrizar en Bucarest, la capital, que visitaríamos más tarde, subimos al coche de
alquiler que nos esperaba en el aeropuerto y salimos hacia Bran. Cierto o no,
allí se encuentra el castillo que siempre se ha relacionado con el Conde
Drácula.
Fue un
viaje fantástico por los Cárpatos Transilvanos, completamente nevados en esa época.
Nos detuvimos a desayunar junto al castillo de Peles, una maravilla que dejamos
para otra ocasión. Teníamos las entradas para el castillo de Bran a una hora
determinada y teníamos que llegar allí sí o sí.
Poco antes de las 4 llegamos al hotel que habíamos reservado, la Casa Din Bran, una mansión que te transporta a otros tiempos y que se encuentra a los pies del castillo. Dejamos las maletas y salimos corriendo. La última visita empieza a las 4 de la tarde. Al menos en invierno. Para cuando se acaba ya es de noche y se sale del castillo con una oscuridad total que lo hace todavía más fantasmagórico.
El castillo nos entusiasma. Un edificio bellísimo con su patio interior, sus torreones y almenas, sus acogedoras estancias de atmósfera medieval.
Y como no, sus estancias diabólicas dedicadas a recrear el mito de Drácula, aquel despiadado señor, convertido en vampiro, que empalaba a sus enemigos.
Tras una deliciosa cena, en Rumania, como en Moldavia, también se come muy bien, paseamos por las nevadas calles de Bran antes de recogernos en nuestras alcobas, con las ventanas bien cerradas y los ajos colgados, por si acaso…
Tras la visita de Bram nos acercamos a la vecina Brasov, una ciudad medieval preciosa, muy bien conservada, que nos sorprendió a todos.
Y
aunque la región posee otros lugares de interés para visitar, como la mansión
de “Miércoles”, pistas de esquí, y bellísimos espacios naturales protegidos,
condujimos de nuevo hacia Bucarest.
BUCAREST
La
capital de Rumania, un país cercano pero también muy desconocido, supone una gran
sorpresa. Muchos de sus edificios recuerdan enseguida su pasado y su
pertenencia a la Unión Soviética. Pero la ciudad está repleta de tesoros
arquitectónicos ocultos en cada esquina.
Pasear
por su centro histórico es una delicia. Bonitos edificios, bellísimos cafés y
restaurantes que invitan a sentarse y deleitarse con algunas de las
especialidades del país. Las calles del centro de Bucarest están siempre
animadas y llenas de gente a pesar del frio invierno.
Visitarla
en fechas cercanas a la Navidad también permite disfrutar de sus mercados
navideños, repletos de paradas en las que se pueden encontrar productos tradicionales y se sirven los platos de las
diferentes regiones del país.
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