En Kuching tomé un bus hacia Sibu, una gran ciudad, sin demasiado interés turístico, pero desde la que parten los barcos que se adentran en el centro de Sarawak. Se trata de una región a la que prácticamente solo se puede llegar remontando el río Rejang Basin.
Tras tres horas de trayecto llegué a Kapit, un pequeño pueblo en medio de la jungla en el que a las 7 de la tarde ya ha cerrado todo. Como atracciones posee un pequeño fuerte que se construyó en el siglo XIX para pacificar las tribus de la zona y un museo etnológico. Mi objetivo era continuar río arriba, hacia Belaga, pero antes necesitaba obtener un permiso en la “Resident’s Office”, la oficina del gobierno local. Allí te hacen firmar un papel por el cual asumes viajar, a partir de allí, a tu propio riesgo y exoneras de cualquier responsabilidad al gobierno de Malasia.
Me pareció un poco extraño y por eso pregunté a la mujer que me atendió si era peligroso viajar hacia Belaga. Me miró con una cara que todavía me creó más incertidumbre. “Es que hay que superar los rápidos en el río y luego no hay carreteras en condiciones, son “timber roads”, o sea carreteras sin asfaltar que en algunos tramos se han construido sobre un lecho de troncos”, contestó.
Tenía todo el día por delante, pero sólo hay un barco hacia Belaga, y sale a las 9.30 de la mañana, por lo que debía esperar al siguiente día. Y allí estaba yo, dispuesto a remontar el río y sorprendido de que fuera el único turista a bordo. En menos de cinco horas, muy emocionantes en los tramos en que el barco tenía que superar los rápidos, nos plantamos en Belaga.
En la oficina del gobierno en Kapit había conseguido el teléfono de un guía local, que a su vez me facilitó el de otro guía en Belaga. Le llamé y quedamos en vernos en el muelle al día siguiente. A mi llegada nadie me esperaba. Pregunté a unos hombres sentados en un café y un de ellos cogió su teléfono y le llamó. En una población de unos 1.000 habitantes todos se conocen muy bien, me dijeron. Poco después apareció Hamdoni Louis, que, tal como habíamos quedado, me iba a llevar a una longhouse.
Longhouse
Los diferentes pueblos que habitan la isla de Borneo tienen la costumbre de construir casas enormes, bajo el techo de las cuales vive toda una aldea. Según el tipo de construcción uno puede saber si los que allí viven son Iban, Penan, o Orang Ulu, entre otros.
Dicen las guías de Borneo que es casi un crimen visitar la isla y no pasar una noche en una longhouse. A mi no me quitaba el sueño, sobretodo porque dicha visita suele ser bastante cara. Pero Louis me ofrecía transporte por río hasta el lugar en donde se encontraba una de ellas, en la que vivía su familia, y alojamiento por una noche, con cena y desayuno incluido, por un precio muy aceptable.
Dicen las guías de Borneo que es casi un crimen visitar la isla y no pasar una noche en una longhouse. A mi no me quitaba el sueño, sobretodo porque dicha visita suele ser bastante cara. Pero Louis me ofrecía transporte por río hasta el lugar en donde se encontraba una de ellas, en la que vivía su familia, y alojamiento por una noche, con cena y desayuno incluido, por un precio muy aceptable.
Río Rejan Basin |
Así pues, una pareja de norteamericanos, que llegaron el día anterior, y yo, montamos en una pequeña barca río arriba. Nos alojamos en una longhouse de Orang Ulu, un pueblo que antes se identificaba fácilmente por los enormes tatuajes que sus mujeres se hacían en piernas y brazos y por los abiertos y colgantes lóbulos de sus orejas. Los jóvenes han abandonado estas prácticas y sólo pueden observarse en la gente mayor que todavía vive.
Tras recorrer la zona, ir a pescar, recoger algunas plantas para la cena y pasar un buen rato charlando con los vecinos, nos metimos en la cama. Al día siguiente Louis nos venía a buscar para llevarnos de vuelta a Belaga y allí tomábamos un 4x4 para regresar a la civilización.
A lo largo del sinuoso camino pude comprobar, tal como me habían comentado el día anterior los habitantes de la longhouse, como los empresarios chinos están substituyendo la selva por enormes plantaciones de palmeras, de las que obtienen aceite de palma.
Tristemente, este suculento negocio está cambiando rápidamente el paisaje de Sarawak. Y con la destrucción de la selva también desaparecen un incontable número de especies, de animales y plantas.
Mi destino era ahora la ciudad de Miri, pero antes paramos en el pueblo de Batu Niah para poder visitar el Parque Nacional de Niah y sus cuevas, de las más grandes del mundo. Un paisaje de fábula, con impresionantes formaciones rocosas que dan lugar a una vegetación muy particular, aves de colorido plumaje, insectos rarísimos, monos, restos arqueológicos que demuestran que los humanos vivieron aquí hace 40.000 años, pinturas rupestres, y las impresionantes cuevas, llenas de murciélagos y vencejos, las aves que hacen los nidos con los que los chinos preparan su famosa “sopa de nido”.
kino te vas a conocer asia como la palma de la mano jaja e visto ke tuviste visita ke alegria no? seguro ke contigo de guia no se perdieron nada.olle como siempre las fotos mui bonitas y tu sales estupendo ehh ke poco estress jaja se nota ke lo estas pasando estupendamente,me alegro por ello.espero ke recorras muchos kilometros mas con salud y alegria. cuidate mucho.desde castellbisbal un abrazo de tu prima p.fins aviat¡
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