Ciudades perdidas
Tras Kandy, la
capital del último reino cingalés, me adentré en la historia de las antiguas
dinastías cingalesas a través de las imponentes ruinas que permanecen. La selva
recuperó lo que era suyo y hoy visitar lo que queda de templos, palacios,
embalses y hospitales, supone un agradable paseo bajo una espesa vegetación, y
la atenta mirada de monos y lagartos gigantes.
Dambulla
A unas dos horas de
Kandy se encuentra el famoso Templo Real de la Roca de Dambulla, todo un
símbolo del país y lugar de culto desde el S. I aC. El templo, escarbado en la
roca, está formado por cinco cuevas separadas, que contienen 150 estatuas y
pinturas de Buda. Las más antiguas tienen unos 2.000 años.
Si se accede al
templo desde la carretera principal, uno queda estupefacto ante la visión de un
enorme buda dorado que, por supuesto, no es de la misma época…
La mayoría de
turistas visitan Dambulla desde la vecina Kandy, en una excursión de un día. Yo
preferí pasar la noche allí y opté por un tranquilo y barato hostel en el que
coincidí con otros viajeros, con los que compartí una deliciosa cena en medio
de la selva.
Sigiriya
El ascenso a la Roca
es de vértigo, a través de unas escaleras pegadas a su pared y que se elevan a
gran altura. Las vistas desde lo alto justifican de sobras el esfuerzo. Además,
unas escaleras de caracol permiten acceder a una cueva, de otra manera
inaccesible, en la que se conservan unas de las mejores pinturas budistas del
mundo, datadas del S.V. Bellísimas mujeres, con el talle ajustado y pechos al
descubierto, que no se sabe muy bien si eran concubinas del rey Kassapa o
apsaras, ninfas celestiales.
El acceso a la Roca y
museo de Sigiriya cuesta 30 dolares, por lo que muchos turistas optan por una
opción más económica, la Roca de Pidurangala, que está delante, y desde la que
se tiene una vista fantástica de la primera, rodeada de selva. Obviamente, no
es lo mismo…
Polonnaruwa
Desde Sigiriya me
traslado a la ciudad de Polonnaruwa, en donde se encuentra un importantísimo
parque arqueológico, con cientos de estructuras antiguas (tumbas, templos,
estatuas, estupas), también Patrimonio Mundial de la UNESCO. Esta ciudad, en
medio de la selva, tiene casi 1.000 años de antigüedad y fue, durante tres
siglos, la capital real de los reinos Chola y Cingalés. En el S. XII vivió su mejor momento, bajo el
reinado del rey Parakramabahu I. Como veis, les gustan los nombres bien
larguitos…
Pero Polonnaruwa
posee otros encantos. Muy cerca se encuentran los Parques Nacionales de
Kandulla y Minneriya, en donde abundan los elefantes. Otra oportunidad para ver
a estos majestuosos paquidermos deambular libremente por la selva.
En esta ocasión me
hospedé con una familia en Thisal Guest House, una habitación individual con
baño y un delicioso desayuno por 9 euros. Si se desea, también te preparan la cena,
y vale la pena, pues la mujer de la casa cocina de maravilla. Menudo festín.
Anuradhapura
Uno de los grandes
destinos turísticos de Sri Lanka es, sin duda alguna, la ciudad de
Anuradhapura. Capital de los reinos cingaleses desde el S. IV a.C hasta el S. V
d. C. Muchos turistas llegan aquí directamente des de la capital. Una excelente
manera de empezar el viaje, pues aquí se mezclan la historia y las tradiciones.
Sus impresionantes ruinas siguen siendo lugar de culto y ceremonias, que atraen
miles y miles de peregrinos. Es uno de los lugares más sagrados del país. Yo lo
dejé para el final. La guinda espectacular en la ruta por las antiguas
capitales.
El primer acierto fue
la elección del City Capital Hostel, un hotel muy acogedor que dispone de un par
de dormitorios con camas compartidas a 7 euros. El personal, muy atento y
agradable, le alegra a uno la estancia. Mi visita coincidió con la celebración
del Fin de Año cingalés, el 14 de abril, y prácticamente todo estaba cerrado,
excepto un Pizza Hat que me salvó la vida… Voy a echar de menos sus originales
pizzas, adaptadas a los gustos del país. Su "panner pizza" es un pecado capital.
Allí mismo alquilé
una bicicleta (3 euros todo el día), con la que es fácil recorrer la ciudad y
visitar todos los monumentos que le esperan a uno. La entrada vuelve a ser
cara, 25 dólares, pero vale la pena.
Como el ticket solo
es para un día, y es prácticamente imposible verlo todo, dejé los templos del
sur, en donde no te lo piden, para el día siguiente. Fue todo un acierto,
empezando por el Sri Maha Bodhi, que se dice que es el árbol certificado
históricamente más antiguo del mundo, y que creció a partir de un esqueje
traído de Bodhgaya, en la Índia. Precisamente del árbol bajo el cual el
príncipe Siddharta alcanzó la iluminación, convirtiéndose así en Buda.
O Isurumuniya Vihara,
el Templo de la Roca del S. III d.C, con tallas muy elaboradas, como la de los
Amantes, o la de los elefantes chapoteando en el agua.
Mihintale
A 13km de
Anuradhapura se encuentra la bellísima Mihintale, el lugar en donde, se dice,
empezó el budismo en la isla. Una gran escalinata de casi 2000 escalones
permite acceder a una colina salpicada de monumentos. La vista desde la cima es
sublime y el lugar transmite tal calma que invita a sentarse y contemplar y
meditar.
De vuelta al hotel me
detuve en un lugar en que se estaba celebrando el año nuevo de una manera muy
original. Niñas, niños y adultos jugaban a ponerle a la trompa a un elefante
con los ojos vendados.
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