Beirut, el París de
Oriente Medio
Un vuelo de Turkish
Airlines, con escala en Estambul, me lleva, el día 10 de marzo, de Barcelona a
Beirut, la capital del Líbano. La guerra civil que se vive en la vecina Siria,
o el eterno conflicto con Israel, que hace poco recomendable viajar hacía el
sur, no ayudan a elegir este país como destino turístico.
Los miles de sirios que
han cruzado la frontera libanesa, y los campos de refugiados palestinos
salpicados por el territorio libanés, son un problema añadido a la frágil
situación de este país, que en sus mejores días fue conocido como el París de
Oriente Medio.
Líbano es un país de
grandes contrastes, en donde convive la más opulenta riqueza, con la pobreza y
el hacinamiento de muchos barrios y la miseria de los campos de refugiados. Los
libaneses tienen fama de ser un pueblo muy trabajador y habilidoso con los
negocios. Antes de la guerra civil (1975-1990) y de la invasión Israelí (1982), era el centro financiero de Oriente Próximo y se
lo comparaba con Suiza. También tienen fama de tolerantes y una prueba de ello
es la manera en como han convivido siempre las más de 16 religiones presentes
en el país. Y sobretodo, muy optimistas, alegres y hospitalarios.
Secuelas visibles de la guerra
Beirut no deja indiferente a nadie. La infinidad de lujosos apartamentos que
se levantan delante del mar, el ajetreado paseo marítimo, lleno de terrazas, el
glamuroso zoco, en donde se encuentran las más prestigiosas marcas de moda, los
carísimos coches que circulan por sus calles, o los incontables restaurantes,
bares y clubs de copas, me sorprenden desde el primer momento que llego a la ciudad.
Encontrar la casa de
mi amiga Ester no fue fácil. Como en otros países del entorno, casi nadie
conoce el nombre de las calles, ni el taxista. Es necesario señalar un punto de
referencia, del que yo carecía. Aún así, preguntando a unos y otros, acabé
dando con el edificio en el que vivía. Desde allí, en pleno centro, con vistas al mar, y a unos
minutos de Hamra, el distrito universitario y uno de los lugares más animados,
empecé a descubrir esta interesante ciudad.
Universidad Americana de Beirut
A unos 15 minutos a
pie, hacia el este, se halla la joya de la corona, el restaurado Distrito
Central o “Downtown”, con la “Place d’Étoile” en el centro, rodeada de
bellísimos edificios y calles peatonales, llenas de cafés, restaurantes y
lujosas tiendas. Al lado mismo se encuentra el moderno Zoco, e innumerables
vestigios de la que fue una vez una importante ciudad romana, con el Cardo
Maximus y los magníficamente restaurados Baños Romanos.
Y como no, la
bellísima Catedral de San Jorge, de la época de las cruzadas, la Mezquita de Al-Omari, del S. XII y la nueva
y bellísima Mezquita Azul de Mohammed al-Amin, en donde se encuentra enterrado
el primer ministro asesinado Rafia Hariri. O el Grand Serail, un impresionante
edificio de la época Otomana que hoy alberga oficinas gubernamentales.
Museo Nacional de Beirut
Más allá de Beirut
Líbano es un pequeño país
de 4 millones de habitantes, bañado por el Mediterráneo y que delimita al sur con Israel y en el resto de su frontera, al este y
al norte, con Siria. A pesar de la situación, y las constantes noticias de
atentados y coches bomba en determinadas zonas, Ester y yo nos atrevimos a
alquilar un taxi y visitar algunos de los muchos lugares interesantes de este
país.
El primer día nos
dirigimos hacía el sur, para visitar la antigua ciudad fenicia de Sidón. Lo
primero que llama la atención es su castillo, levantado en el año 1228 en una
pequeña isla, unido al continente por un puente fortificado, y restaurado en el
siglo XVII, después de ser muy dañado por los mamelucos. Impresionantes
edificaciones del S. XVII en amarilla piedra calcárea, cobijan hoy las animadas
callejuelas del zoco. No pudimos visitar las mezquitas, ni la iglesia, ni el otomano Palacio Debbané, aquel
día cerrados…, pero sí el conocido Museo del Jabón, una institución de la
ciudad.
Dejamos la costa y el
mar para adentrarnos en las montañas, en plena zona de Hezbollah. Queríamos
visitar un lugar del que no hablaba mi guía para nada, pero que nos habían
recomendado. Se trata del Museo de la Resistencia de Hezbollah. Erigido en el
mismo lugar en el que empezaron los enfrentamientos con el ejército israelí,
desde aquí se lideró la lucha para expulsar a Israel de los territorios
ocupados del sur del Líbano.
Finalmente regresamos
de nuevo a la costa, a una media hora al sur de Sidón, para tomar una deliciosa
comida libanesa en el puerto de la antigua Tiro. La ciudad fundada en el año
2750 antes de Cristo, fue gobernada por los Egipcios y después por el famoso
Rey Hiram, que envió a Jerusalén los troncos de cedro y los obreros con los que
el Rey Salomón construyó el Templo de Jerusalén . Más tarde fue colonizada por
Asirios, Griegos, Romanos, Bizantinos, Árabes, Mamelucos y Otomanos entre otros.
Al día siguiente nos dirigimos
hacia el norte. Nuestra primera parada fue Jeita Grotto, según mi guía, una de
las mayores atracciones turísticas del Líbano. Se trata de dos cuevas enormes,
llenas de estalactitas y estalagmitas. La primera se recorre a pie, por unas
pasarelas que te permiten disfrutar de un espectáculo natural impresionante. La
segunda se visita a bordo de una pequeña embarcación que recorre las aguas
subterráneas.
Foto Google
Nuestra segunda parada fue la Basílica de Nuestra Sra. del Líbano. Se encuentra en lo alto de una montaña, a la que accedí a través de un teleférico que se toma en la costa, al lado del mar.
Y finalmente, la
legendaria Byblos, uno de los destinos turísticos más relevantes de toda la
costa mediterránea de Oriente Medio. En el tercer milenio antes de Cristo, los
Fenicios lo habían convertido en uno de los puertos más importantes de toda la
mediterránea. La cuna de nuestro moderno abecedario, vivió épocas esplendorosas
bajo los griegos, los romanos, los mamelucos y los otomanos.
Al lado mismo del mar
puede visitarse un extenso complejo de ruinas helenísticas, romanas y
medievales. Y junto a templos, teatros, tumbas y obeliscos, los restos de
asentamientos neolíticos conviven junto a un conservado castillo de los
cruzados, del S. XII.
Sentados en uno de los acogedores restaurantes del puerto, con vistas al
mar, y lleno de locales que aprovechaban el soleado fin de semana, completamos
la jornada con otra deliciosa comida libanesa. Y es que, viendo el ambiente que
allí se respiraba, nadie diría que a pocos quilómetros se está llevando a cabo
una cruel guerra civil.
Hola Quino, m´ha agradat molt tot aixó que ens expliques d´aquest pais tan petit, banyat per el mateix mare nostrum que ens banya a nosaltres, i desconegut per la majoria, per mi segur.
ResponEliminaTal com dius, no és un destí preferit per massa gent, amb la situació que pateix i l´entorn tan en conflicte.
Trobo que ha de ser molt emocionant trepitjar les mateixes pedres que tants cents d´anys varen trepitjar la gent que la historia ens explica i molt interessant poder contemplar aquests paissatges que ells van veure.
Espero que hagis disfrutat molt.
Ja ens veurem per comentar-ho.