Granada
“Con la desintegración de al-Andalus, el reino
nazarí de Granada, último reducto musulmán hasta la toma de la ciudad por los
Reyes Católicos, vivió una edad dorada de las artes y las ciencias. El
impresionante conjunto de La Alhambra, con Sierra Nevada al fondo, es el
símbolo por excelencia de la Presencia musulmana en Andalucía.”
Uno no se cansa nunca de la belleza. Granada
en su conjunto y la Alhambra, en particular, constituyen un destino maravilloso
para cualquier tipo de turista. Un lugar en el que uno se siente bien, y al que
quiere volver una y otra vez. Puse mis pies en esta joya de la corona por
primera vez en el año 1986. Repetí en 1992, 1999 y en el 2001. Y volví a
elegirla para el puente de mayo de este 2014, esta vez acompañado de mi amiga
Nieves, a la que recogí en Madrid.
La Alhambra es sin duda el monumento más
preciado y mundialmente famoso de Granada. Se puede pasar todo un día
tranquilamente recorriendo el recinto: los Palacios Nazaríes, la Alcazaba
(fortaleza defensiva), el Palacio de Carlos V y el Generalife.
El patio de los Arrayanes, el de los Leones,
el Generalife, sus fabulosos jardines y el palacio renacentista de Carlos V
componen una armoniosa combinación de arte y naturaleza.
Pero son muchos los monumentos que pueden
visitarse en esta ciudad andaluza rodeada de olivos. Por ejemplo, sus
incontables iglesias, sus conventos y monasterios y la impresionante Catedral,
en donde se encuentra la tumba de los Reyes Católicos. Es imprescindible pasear
por las calles que siguen el curso del río Darro. En Carrera del Darro se
encuentran bellísimos edificios, como los baños árabes del Bañuelo, o el Convento
de Santa Clara. Por la misma calle, y cuando esta cambia el nombre por Paseo de
los Tristes, se avanza hacia Sacromonte, desde donde se tiene una vista
fantástica de la Alhambra y el Generalife.
Carrera del Darro
Iglesia de Sta. Ana
Madraza
Bañuelo
En Sacromonte debe visitarse el Museo de las
Cuevas, testimonio de un tiempo y de un modo de vida pasados.
Luego debe volverse al Albaicín, para
disfrutar de sus excelentes restaurantes, de sus tapas y de vistas
espectaculares, como la que se tiene desde el mirador de San Nicolás. Es el
lugar perfecto para ver como la puesta de sol tiñe de colores anaranjados y
rojizos las enladrilladas paredes de la Alzacaba y sumerge en una atmósfera de
las mil y una noches al conjunto arquitectónico de la Alhambra.
De Tapeo
Granada también es conocida por su cultura del
tapeo. Son incontables los bares y restaurantes que acompañan cualquier bebida
con una deliciosa tapa. En el Albaicín comimos de maravilla en la Entraiya.
Otros lugares conocidos, como el Ladrillo, Torcuato, o los Caracoles estaban
llenos a rebosar. También probamos en una de las calles más frecuentadas por
los turistas, Navas, cerca del centro, en donde degustamos las deliciosas tapas
de autor de La Pajuana. Los Diamantes, que me había recomendado mi amiga Laura
Juez, estaban también a rebosar. Y finalmente, comprobamos que las tapas más
espectaculares se sirven en La Chantarela, en pleno centro.
De camino
El trayecto de Madrid a Granada lo hicimos en
coche. Así pues, pudimos hacer algunas paradas para visitar un par de lugares
de interés que se encuentran en el camino. A la ida, nos detuvimos en la bellísima población manchega de Tembleque, en plena ruta de Don Quuijote, en donde aprovechamos para desayunar.
Luego en Jaén, “la
capital mundial del Aceite de Oliva”.
Una ciudad a la que tendré que volver, pues no tuvimos tiempo de visitar el
gran número de monumentos de interés que contiene. Nos conformamos con pasear
por sus empinadas callejuelas y dejarnos impresionar por su gigantesca
catedral, rodeada de otros edificios bellísimos, como el del Ayuntamiento, o el
Palacio Episcopal, el Palacio de los Vélez, o el Palacio de los Covaleda
Nicuesa. Desde lo alto nos observaba el Castillo de Santa Catalina, que dejamos
para otra ocasión.
Eso sí, no perdimos la ocasión de degustar unas buenas tapas en la Taberna Casa Gorrión y La Manchega, en donde además tomamos unas migas deliciosas…!!!
A la vuelta, nos detuvimos en el Parque
Natural de las Tablas de Damiel. Una de los humedales más importantes de la
Península, y que estuvo a punto de desaparecer por el abuso en el consumo de
agua para el riego de los campos de la zona.
Madrid
El domingo volvimos a Madrid. Nieves trabajaba
al día siguiente. Yo no, así que decidí darme una vuelta por la capital y
volver a esos lugares que tanto me gustan, la chocolatería Ginés, para un buen
desayuno, y el Museo Nacional Reina Sofia, para ver las últimas tendencias
artísticas. Mi paso por Madrid también me sirvió para conocer un proyecto
cultural muy interesante, el Microteatro. Y como no, para encontrarme con viejos amigos a los que hacía tiempo que no veía.
Castilla-León
Sí, ya se que no iba de camino, pero no quise
volver a Barcelona sin visitar a unos amigos de Castellbisbal que hace unos
años se mudaron, nada más ni nada menos, que a Bercianos del Real Camino, un
pueblecito de 80 habitantes en medio de la estepa castellana. Allí decidieron abrir
el Albergue de Peregrinos Santa Clara. Una forma muy original de agradecerle al
Camino de Santiago una curación milagrosa.
El lugar es precioso y un remanso de paz y
tranquilidad. Maria Rosa y Santi reciben la visita de cientos de peregrinos que
pasan por la zona y les ofrecen un trato tan familiar y acogedor que todos
quedan impresionados, como puede verse en los comentarios que dejan tanto en la
web como en el libro de visitas. Yo me sentí como en casa, compartiendo dos
días maravillosos, con ellos dos y con su entrañable amigo Pedro.
Y por recomendación suya, me acerqué a la
vecina localidad de Sahagún, una pequeña población, pero con un impresionante
conjunto artístico monumental, paso de peregrinos y parada imprescindible en el
Camino de Santiago.
Navarra
Y como ya va siendo una costumbre en todos mis
viajes por la Península, aprovecho la vuelta para hacer un alto en el camino,
descansar y visitar a mis amigos de Pamplona. En esta ocasión almorcé, en el
centenario Otano, con mi amigo Ivan, al que conocí hace algunos años en un
viaje a Gambia, y cené con mis entrañables amigos Ramona y Manu. Visitar Pamplona
es siempre un placer. Y a pesar de las veces en que he estado en esta bellísima
ciudad, sigo descubriendo nuevos rincones.