dijous, 15 de maig del 2014

Andalucia 2014

Granada


“Con la desintegración de al-Andalus, el reino nazarí de Granada, último reducto musulmán hasta la toma de la ciudad por los Reyes Católicos, vivió una edad dorada de las artes y las ciencias. El impresionante conjunto de La Alhambra, con Sierra Nevada al fondo, es el símbolo por excelencia de la Presencia musulmana en Andalucía.”


Uno no se cansa nunca de la belleza. Granada en su conjunto y la Alhambra, en particular, constituyen un destino maravilloso para cualquier tipo de turista. Un lugar en el que uno se siente bien, y al que quiere volver una y otra vez. Puse mis pies en esta joya de la corona por primera vez en el año 1986. Repetí en 1992, 1999 y en el 2001. Y volví a elegirla para el puente de mayo de este 2014, esta vez acompañado de mi amiga Nieves, a la que recogí en Madrid.



La Alhambra es sin duda el monumento más preciado y mundialmente famoso de Granada. Se puede pasar todo un día tranquilamente recorriendo el recinto: los Palacios Nazaríes, la Alcazaba (fortaleza defensiva), el Palacio de Carlos V y el Generalife.












El patio de los Arrayanes, el de los Leones, el Generalife, sus fabulosos jardines y el palacio renacentista de Carlos V componen una armoniosa combinación de arte y naturaleza.








Pero son muchos los monumentos que pueden visitarse en esta ciudad andaluza rodeada de olivos. Por ejemplo, sus incontables iglesias, sus conventos y monasterios y la impresionante Catedral, en donde se encuentra la tumba de los Reyes Católicos. Es imprescindible pasear por las calles que siguen el curso del río Darro. En Carrera del Darro se encuentran bellísimos edificios, como los baños árabes del Bañuelo, o el Convento de Santa Clara. Por la misma calle, y cuando esta cambia el nombre por Paseo de los Tristes, se avanza hacia Sacromonte, desde donde se tiene una vista fantástica de la Alhambra y el Generalife.

 Carrera del Darro
 Iglesia de Sta. Ana
 Madraza







 Bañuelo

En Sacromonte debe visitarse el Museo de las Cuevas, testimonio de un tiempo y de un modo de vida pasados.








Luego debe volverse al Albaicín, para disfrutar de sus excelentes restaurantes, de sus tapas y de vistas espectaculares, como la que se tiene desde el mirador de San Nicolás. Es el lugar perfecto para ver como la puesta de sol tiñe de colores anaranjados y rojizos las enladrilladas paredes de la Alzacaba y sumerge en una atmósfera de las mil y una noches al conjunto arquitectónico de la Alhambra.





De Tapeo



Granada también es conocida por su cultura del tapeo. Son incontables los bares y restaurantes que acompañan cualquier bebida con una deliciosa tapa. En el Albaicín comimos de maravilla en la Entraiya. Otros lugares conocidos, como el Ladrillo, Torcuato, o los Caracoles estaban llenos a rebosar. También probamos en una de las calles más frecuentadas por los turistas, Navas, cerca del centro, en donde degustamos las deliciosas tapas de autor de La Pajuana. Los Diamantes, que me había recomendado mi amiga Laura Juez, estaban también a rebosar. Y finalmente, comprobamos que las tapas más espectaculares se sirven en La Chantarela, en pleno centro.

De camino

El trayecto de Madrid a Granada lo hicimos en coche. Así pues, pudimos hacer algunas paradas para visitar un par de lugares de interés que se encuentran en el camino. A la ida, nos detuvimos en la bellísima población manchega de Tembleque, en plena ruta de Don Quuijote, en donde aprovechamos para desayunar. 




Luego en Jaén, “la capital mundial  del Aceite de Oliva”. Una ciudad a la que tendré que volver, pues no tuvimos tiempo de visitar el gran número de monumentos de interés que contiene. Nos conformamos con pasear por sus empinadas callejuelas y dejarnos impresionar por su gigantesca catedral, rodeada de otros edificios bellísimos, como el del Ayuntamiento, o el Palacio Episcopal, el Palacio de los Vélez, o el Palacio de los Covaleda Nicuesa. Desde lo alto nos observaba el Castillo de Santa Catalina, que dejamos para otra ocasión.


Eso sí, no perdimos la ocasión de degustar unas buenas tapas en la Taberna Casa Gorrión y La Manchega, en donde además tomamos unas migas deliciosas…!!!



A la vuelta, nos detuvimos en el Parque Natural de las Tablas de Damiel. Una de los humedales más importantes de la Península, y que estuvo a punto de desaparecer por el abuso en el consumo de agua para el riego de los campos de la zona.








Madrid

El domingo volvimos a Madrid. Nieves trabajaba al día siguiente. Yo no, así que decidí darme una vuelta por la capital y volver a esos lugares que tanto me gustan, la chocolatería Ginés, para un buen desayuno, y el Museo Nacional Reina Sofia, para ver las últimas tendencias artísticas. Mi paso por Madrid también me sirvió para conocer un proyecto cultural muy interesante, el MicroteatroY como no, para encontrarme con viejos amigos a los que hacía tiempo que no veía.






Castilla-León

Sí, ya se que no iba de camino, pero no quise volver a Barcelona sin visitar a unos amigos de Castellbisbal que hace unos años se mudaron, nada más ni nada menos, que a Bercianos del Real Camino, un pueblecito de 80 habitantes en medio de la estepa castellana. Allí decidieron abrir el Albergue de Peregrinos Santa Clara. Una forma muy original de agradecerle al Camino de Santiago una curación milagrosa.

El lugar es precioso y un remanso de paz y tranquilidad. Maria Rosa y Santi reciben la visita de cientos de peregrinos que pasan por la zona y les ofrecen un trato tan familiar y acogedor que todos quedan impresionados, como puede verse en los comentarios que dejan tanto en la web como en el libro de visitas. Yo me sentí como en casa, compartiendo dos días maravillosos, con ellos dos y con su entrañable amigo Pedro.



Y por recomendación suya, me acerqué a la vecina localidad de Sahagún, una pequeña población, pero con un impresionante conjunto artístico monumental, paso de peregrinos y parada imprescindible en el Camino de Santiago.  









Navarra


Y como ya va siendo una costumbre en todos mis viajes por la Península, aprovecho la vuelta para hacer un alto en el camino, descansar y visitar a mis amigos de Pamplona. En esta ocasión almorcé, en el centenario Otano, con mi amigo Ivan, al que conocí hace algunos años en un viaje a Gambia, y cené con mis entrañables amigos Ramona y Manu. Visitar Pamplona es siempre un placer. Y a pesar de las veces en que he estado en esta bellísima ciudad, sigo descubriendo nuevos rincones.